ABC de la Codicia y la Corrupcion

Guillermo Laich
05/01/2025 22:33

 

 

“Mi conciencia tiene para mi mas peso y valor que la opinión de todo el mundo.”

Marco Tulio Ciceron (106 a.C.- 43 a.C.)

 

NOTA: Este articulo no defiiende ni acusa a nada ni a nadie. Su contenido ha sido concebido y escrito estrictamente con fines educativos y didacticos, asi como desde una perspectiva eminentemente independiente y neutra.

El término “codicia” se refiere al afán excesivo de riquezas, como un deseo voraz y vehemente de algunas cosas buenas, no solo de dinero o riquezas. Se caracteriza por un interés propio y un egoísmo patológico que nunca se consigue satisfacer basado en un afán excesivo de riquezas, avaricia, usura, miseria, y ruindad. Esbien sabido que la combinacion de codicia y avaricia muchas veces lo pierde todo por quererlo todo. 

El término “corrupto” proviene del latín “corrumpere” que significa “romper o quebrar.” Por extensión el termino se refiere a romper y cambiar de bueno a malo en la moral, los modales, o las acciones, así como degradar con principios o valores morales distorsionados y/o erróneos. Se caracteriza por conductas indebidas e ilicitas como el soborno o la venta de favores, por ejemplo. A lo largo de la historia, muchos casos de corrupcion han superado ampliamente las mas oscuras, retorcidas, e inmorales sospechas de abuso y juego sucio.

Ejemplos claros de actos de corrupcion son el soborno, la extorsion, el amiguismo, el nepotismo, el trafico de influencias, compras y ventas ilicitas, la malversación de fondos publicos, y la propia filosofia conceptual corrupta de vida de quienes ejercen la corrupcion. El concepto diametralmente opuesto a la corrupcion es la transparencia, o sea expresar e implementar la verdad de forma honesta y clara sin objetivos secundarios ocultos. 

Se trate de politicos, funcionarios publicos o universitarios, o aquellos que acceden al poder por vias oscuras y/o indirectas, son individuos en cuya inmoral y atormentada psique se han combinado seis elementos que dejan mucho que desear: agresividad, excesiva competitividad, cobardia, codicia, corrupcion, y ausencia de etica y moralidad. Tales individuos se caracterizan por una personalidad y filosofia de vida eminentemente egoista, tramposa, y maliciosa que jamas logran satisfacer. 

Con respecto a la corrupción, la filosofía griega se ha preocupado en gran manera de conciliar el devenir, que la experiencia manifiesta, con la indestructilidad del ser, que la razón exige. Después del conflicto entre la escuela de Heráclito (universal devenir), y la de Parménides (unidad e inmutabilidad del ser), dieron generalmente en pensar que el nacer y el parecer, la generación y la corrupción, son apariencias: los elementos de las cosas no nacen, no cambian de naturaleza, no parecen: se agregan y se disgregan.

Por lo tanto, el concepto de “corrupción” sirve para simbolizar una conducta deshonesta o fraudulenta por parte de quienes están en el poder, y que generalmente implica soborno y procedimientos complementarios turbios pero convenientes. En otras palabras, la corrupción es una forma de deshonestidad o un delito penal cometido por una persona u organización a la que se le ha confiado una posición de autoridad para adquirir beneficios ilícitos o abusar del poder en beneficio propio. 

El núcleo duro central del pensamiento y comportamiento corrupto está compuesto por comportamientos deshonestos o ilegales, especialmente por parte de personas influyentes que ocupan posiciones de poder. En términos generales, y a lo largo de mas de 2000 años de historia, se ha logrado aislado cuatro elementos criticos que sirven para definir la corrupción: 1.- poder; 2.- preferencia; 3.- privilegio; y 4.- pago.

El Inglés John Emerich Edward Dalberg-Acton, también conocido como Lord Acton (1834-1902), fue un historiador, político, y escritor católico. Lord Acton, un firme defensor de las libertades individuales, es mejor conocido por su eterna observación respecto a los peligros del poder y la autoridad concentrados. 

En una carta escrita en el año 1887 al obispo anglicano Mandell Creighton (1843-1901), expreso una de las citas más famosas y precisas de la historia: "El poder tiende a corromper, y el poder absoluto corrompe absolutamente." Tal cita sirvió para expresar y solidificar su firme creencia de que el poder sin control plantea la mayor amenaza a la libertad humana.

A lo largo de la historia de la civilización oriental y occidental, el vínculo o correlación directa entre poder y corrupción ha sido establecido y reconocido plenamente desde hace siglos. De hecho, fue el inglés William Pitt, primer conde de Chatham (1708-1778), quien en un discurso pronunciado en la Cámara de los Lores en el año 1770 afirmó audazmente: “El poder ilimitado tiende a corromper las mentes de quienes lo poseen.” William Pitt fue un estadista británico que sirvió como primer ministro de Gran Bretaña entre los años 1766 y 1768. 

Sin embargo, y retrocediendo en el tiempo unos dos mil años, precisamente en el siglo IV a.C., el filósofo griego Platón (427 a.C.–347 a.C.), argumentó en su famosa obra “La República” que sólo los políticos que no quisieran obtener ningún beneficio personal deberían estar en condiciones de gobernar un país. Este concepto y punto de vista también se reconoce en el aforismo de que quienes desean ostentar el poder son probablemente los menos aptos para hacerlo. 

Avancemos rápidamente y regresemos a los tiempos contemporáneos donde en los últimos 125 años aproximadamente se han producido una miríada de ejemplos inmorales y vergonzosos por estadistas corruptos cuyos nombres y reprochables acciones son demasiado numerosos para detallarlos en este humilde artículo. Es triste decirlo, y la historia lo ha demostrado una y otra vez, que la corrupción representa una espantosa tendencia directamente atribuible a la naturaleza humana.

Sin embargo, el concepto de corrupción no representa una condición única y/o absoluta. De hecho, tiene un alcance bastante amplio pudiendo abarcar desde actos de violencia perpetrados por dictadores hasta reglas convenientemente distorsionadas, así como saber mirar hacia otro lado ante actos y comportamientos que una sociedad moral consideraría extremadamente ofensivos.  

Además, lo que se define como corrupción referido a lo político puede apuntar prácticamente hacia cualquier cosa imaginable, desde comprar votos electorales, pasando por obtener apoyo financiero a través de recompensas sólo accesibles a la poderosa maquinaria gubernamental, hasta silenciar o cancelar todo lo que se interponga en el camino de los planes y objetivos de quienes ejercen el poder.

Un análisis exhaustivo y crítico de los comportamientos y mecanismos de acción relacionados con la corrupción política global ha revelado tres factores comunes bien definidos: 1.- una persona, régimen o partido ha estado continuamente en el poder durante un período prolongado de tiempo; 2.- como consecuencia del primer factor, adquirir y mantener el poder, más que el servicio público, se convierte automáticamente en el objetivo principal de la vida política; y 3.- con una filosofía basada en la retención del poder como objetivo principal, cualquier acción o procedimiento resulta viable si sirve para promover tal fin. 

En otras palabras, la moralidad (principios relacionados con la distinción entre el bien y el mal) y la probidad (cualidad de tener principios morales sólidos) ocupan una distante segunda posición respecto al objetivo esencial de mantenerse en el poder. Con el tiempo, este proceso se convierte en un círculo vicioso basado en un proceso insidioso (de apariencia inocente, pero corrupto) en el que un favor exige otro y un trato turbio conduce al siguiente... y así sucesivamente, ad infinitum. Todo a costa de los bienes de los ciudadanos.

Ahora nos preguntamos ¿cuál es la diferencia real y auténtica entre necesidad, avaricia, codicia, y corrupción? ¿Están estos cuatro conceptos alineados como los vagones de un tren en una especie de continuo progresista, donde la necesidad finalmente se convierte en avaricia, esta se convierte en codicia, y finalmente se convierte en corrupción? ¿O hay algún otro factor oculto que juega un papel clave en este vergonzoso proceso degenerativo de la psique humana? 

Asumiendo que así sea, entonces quizás tenga un cierto parecido con el color blanco puro original que progresa a través de diferentes tonos de gris hasta convertirse en negro puro. Sin embargo, es prácticamente imposible llegar a un acuerdo honesto e inteligente sobre de verdad qué constituye una necesidad humana básica y cómo degenera inmoralmente hasta llegar a la codicia y la corrupción. De hecho, es muy difícil, si no imposible, encontrar un estándar aceptado y con base ética para juzgar dicho proceso.

A nivel psicológico humano, queda muy claro que no estamos tratando con elementos tangibles bien definidos sino más bien con dos elementos intangibles de caracter psicológico muy poderosos: 1.- expectativas pseudo-racionales e irracionales; y 2.- sentimientos emocionales, irracionales, e impulsivos.

De hecho, lo que uno siente que necesita desesperadamente no necesariamente se correlaciona con lo que uno necesita verdadera y sinceramente, o incluso con lo que podría ser bueno y saludable. Las emociones y los sentimientos tienden a distorsionar la realidad consensuada en muchas situaciones y de distintas maneras, tanto en direcciones moralmente aceptables como inaceptables.

Algunos individuos corruptos distorsionan la realidad hasta el punto de alcanzar sentimientos de plenitud, cuando tal plenitud no existe en sus vidas. Otros hacen lo mismo logrando un sentimiento de profunda carencia o bien de vacío interno cuando tales situaciones no son aplicables en su mundo real. 

En comparación y contraste entre estos dos sentimientos, el relacionado con la pobreza interna o una sensación de vacío sin fondo es mucho más crítico y dañino para la propia persona asi como para los demás.

El sentimiento de plenitud o realización interna tiende a ser independiente de lo que una persona tiene o no tiene en la vida. Es tal que estos individuos se sienten adecuados y competentes en todas las situaciones y escenarios imaginables relacionados con la vida. Esas personas no tienen que recurrir a la inmoralidad, ni a lograr, obtener, robar, conservar, degradar a otros, o poseer mas y mas para sentirse plenos o convencerse que han triunfado en la vida. 

Tal plenitud causa que la persona simplemente se siente cómoda consigo misma, comprende y se siente en estrecho contacto con la naturaleza y el mundo que le rodea, y lo demuestra claramente en su actitud y/o sus actos. Un individuo así confía plenamente en sí mismo, busca muy poco fuera de sí mismo y, cuando lo hace, deja que la moralidad, el buen juicio, y el respeto sean sus guias.

Por otro lado, el sentimiento de vacío interior hiere profundamente al propio ser, causando una sensacion de dolor emocional profundo e hirviente en el propio individuo. Tal sentimiento no puede satisfacerse mediante ningún logro, acumulación o posesión. Es algo asi como un pozo sin fondo. De hecho, no existe compensación alguna para tal sentimiento. Debido a ello, hay una finalidad eterna de ansias de poder, una carencia de plenitud, un empujón hacia mas, una constante presión de acumular, un empuje y un deseo de prosperar cada vez mayores para seguir adelante en busca de más y más, cueste lo que cueste. 

Teniendo en cuenta que el placer es básicamente un proceso psicológico impulsado conscientemente y el deseo es impulsado inconscientemente, este último puede fácilmente alcanzar niveles anormales abrumadores. Y lo hace porque cualquier esfuerzo consciente por reducir y/o eliminar el deseo inconsciente sólo servira para estimular una mayor ambición de lograr, poseer, llegar a ser, y hacer lo que sea necesario para llenar y satisfacer los sentimientos de vacío interno e ineptitud general.

Este sentimiento de pobreza e incompetencia interna suele ser generado por sentimientos de insignificancia existencial, inseguridad, envidia y, en algunos casos, incluso tendencias mitómanas y megalómanas. No surge de ninguna necesidad humana real, sino de un profundo sentimiento de ineptitud y pequeñez existencial. Para un individuo así, todo vale para compensar y satisfacer su sed de poder, de dominio, de codicia, y de corrupción.

Mientras el individuo se encuentra en este modo psicológico de caracter crónico y altamente reprochable, la envidia y el deseo impulsan las necesidades internas y los sentimientos de pobreza interna continúan creciendo con el paso del tiempo. De hecho, seguirá creciendo indefinidamente ya que, segun la filosofia conceptual que rige la vida del corrupto, nunca tendra lo suficiente.

Metafóricamente hablando, el proceso es similar al de un marinero navegando perdido en un pequeño barco en alta mar y que lentamente se deshidrata. A continuación, el marinero intenta saciar su sed bebiendo agua de mar salada hipertónica. Todo ello resulta en que cuanto más bebe, más sed tiene, y en breve sus posibilidades de supervivencia se encontraran cada vez mas disminuidas.

Lamentablemente, el efecto más obvio derivado del poder humano corrupto es una pérdida significativa de estima pública y credibilidad respecto y hacia los estadistas, así como hacia la vida política en general. Esto conduce inevitablemente a la bien merecida y acertada visión y valoración cínica del público general respecto a que las posiciones de poder estatal representan un negocio oscuro, inmoral, y pragmático. 

Estamos hablando de una forma de vida basada en las acciones de individuos que ingresan a la política no por un verdadero sentido vocacional de servicio público sincero y transparente, sino por la búsqueda de su propio poder personal egocéntrico y corrupto. Nos referimos a una forma de vida cuyo mantra central se basa en la búsqueda de pocos beneficios lícitos y muchos ilícitos, así como en el aprovechamiento de múltiples complementos posicionales y promociones de carácter mutuamente beneficioso. 

En base en todo lo anterior, parecería que Lord Acton estuvo en lo cierto con su ingeniosa declaración respecto a la íntima y degenerada relación que existe entre el poder mal utilizado y la corrupción. Siendo la naturaleza humana lo que es, y apelando a la realidad histórica, qué más y que menos se podría esperar del deplorable comportamiento del ser humano. 

Hoy en día, la evidencia está ahí en todo lo ancho y largo del mundo para que la veamos. Solo hay que leer las noticias o encender la televisión y la evidencia saltará a la luz. Probablemente existan muy pocos individuos que actualmente detentan el poder, que no sea corruptos, que no discutan su ignorancia, y que tengan las manos limpias.

En vista de una historia humana de miles de años donde se han entrelazado las formas más extremas de avaricia, codicia, y corrupción, nos atrevemos a formular la siguiente pregunta: ¿existe, el algún lugar, una respuesta racional, fidedigna, y/o una sistemática a la actual epidemia mundial relacionada con el poder, la codicia, y la corrupción?; y, ¿hasta cuándo aquellos que votamos nos van a continuar engañando, abusando, y estafando?  

En opinión de algunas mentes refinadas y cultas, las respuestas no se encuentran ni se encontrarán por ninguna parte, ni se logrará formular una respuesta hipotética, sencilla, y creíble. De hecho, en la mayor parte del mundo, la solución requeriría un proceso anticorrupción altamente específico, dilatado, y arduo. Un proceso virtualmente utópico donde lo más importante seria intentar restablecer el respeto y la estima de los ciudadanos por quienes ostentan el poder. 

Tal restauración o redención sólo sería posible actuando moralmente y desde el interior hacia el exterior de los seres humanos, y por los propios individuos que son impulsados por la tendencia corruptiva del poder. De hecho, se podría comenzar por demostrar, a través de valores morales y hechos transparentes, una sincera y genuina consideración hacia sí mismos, como personas elegidas por el pueblo para servir a las necesidades del país y su pueblo, en lugar de engañar y mentir mientras se benefician como individuos corruptos.

Finalmente, y en atención a las sabias palabras que encabezan este humilde artículo, recomiendo la detenida lectura del libro “Un Pilar de Hierro” de la escritora Taylor Caldwell (1900-1985). El libro es una novela histórica que trata de la vida de uno de los políticos, escritores, oradores, y filósofos más inteligentes e importantes del Imperio Romano, Marco Tulio Cicerón (106 a.C.- 43 a.C.). Lean el libro y verán que poco o nada ha cambiado respecto a la falsedad, la mentira, la codicia, y la corrupción política en los últimos 2000 años. 

En vista de tales datos históricos, y para aquellos que nos dedicamos al mundo universitario intelectual y académico, así como al de la enseñanza de los valores morales y el civismo honorable, no nos queda alternativa más que acabar por convertirnos en lo que en su momento alguien muy inteligente y sabio definio como una persona “pesimista y feliz.” 

Como bien dijo Marco Tulio Cicerón en su momento: “Mi conciencia tiene para mi mas peso y valor que la opinión de todo el mundo.”

 

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