De la Petulancia a la Condescendencia

Guillermo Laich
06/09/2023 01:41

 

 

Nadie suele ser más petulante, arrogante, pedante, falso, agresivo, violento, y muy especialmente condescendiente que todo aquel que dude de sí mismo y su procedencia, que este lleno de confusión y conflictos, que carezca de autorrespeto y autoestima, que no posea honradez ni integridad, y que demuestre inseguridad e inestabilidad hacia su identidad y valía como persona. 

 

El Individuo Petulante

El adjetivo petulante, que hoy aplicamos más bien al que tiene una vana y exagerada presunción de sí mismo, proviene del latín “petulans o petulantis” que significa descarado, provocador, desvergonzado, atrevido, y que reclama de los demás con insolencia. Por insolencia entendemos el comportamiento de aquella persona que habla o actúa con una falta de respeto que resulta ofensivo.

Por petulante se entiende un rasgo eminentemente negativo de la personalidad humana en el cual una persona se percibe con un sentido de saberlo todo, sobre todo, en todo momento, y de forma dogmática e irrefutable. En esencia estamos hablando de una persona sobradora, o sea que siempre va y/o aparenta ir sobrada y estar por encima del nivel de los demás. 

Como tal, el petulante es un individuo que se cree experto en todos los temas tratados sea donde sea que esté presente. En virtud de tal, carece totalmente de interés en interactuar y/o intercambiar opiniónes con los demás, ya que se considera el dueño absoluto de la verdad. Por tal motivo el petulante jamás acepta criticas, opiniones, u otras cuestiones semejantes, ya que considera que no las necesita.

El término “petulancia” tiene su origen en el vocablo latino “petulantĭa,” que hace referencia a la arrogancia y el engreimiento de una persona. Cuando alguien es petulante, muestra su altanería y fanfarronería y se jacta de alguna cualidad que tiene o dice tener.

El Individuo Arrogante 

La palabra “arrogante” viene del latín “arrogans,” y del verbo “arrogare.” El termino hace referencia a un exceso de orgullo o bien una grandeza que no se posee. Por ejemplo, la persona existencialmente pequeña e insignificante suele arrojar una sombra social desproporcionada y gigantesca.

La arrogancia y su definición indican un rasgo de la personalidad en el cual una persona que se percibe con un sentido de la autoestima gravemente distorsionado y demasiado inflado y/o elevado. De esta forma, una persona arrogante es aquella que actúa en algunas, o bien todas las ocasiones, como si fuera claramente superior a los demás, a la vez que muestra soberbia y trata con desprecio a quienes le rodean. Este tipo de persona disfruta haciendo de menos y ninguneando a los demás.

Hoy en día el termino arrogante constituye un adjetivo con claras connotaciones negativas, de significado muy cercano al de petulante, altanero, engreído, y pedante. 

El Individuo Pedante

La palabra “pedante” viene del italiano “pedante,” derivado del latín “pes o pedís” que significa pie. El termino evoluciono hasta llegar a definir al maestro o tutor que acompañaba a sus alumnos andando de a pie. Por lo tanto, pedante tiene una connotación de clara superioridad sobre los demás.

Un pedante y su definición indican un rasgo de la personalidad en el cual una persona que presume de sí misma de una manera inoportuna, a través de su actitud o sus palabras, de poseer grandes conocimientos y/o experiencias, o hace creer a los demás que los tiene. Tales personas se envanecen de sus conocimientos y experiencias, o de lo que sea, con o sin documentación y/o causa demostrable que lo avale. 

Hoy en día el termino pedante constituye un adjetivo con fuertes connotaciones negativas, de significado muy cercano al de petulante, arrogante, pretencioso, presumido, engreído, pomposo, creído, relamido, o sabelotodo, es decir, totalmente contrario al de humilde, modesto, o sencillo.

El Individuo Condescendiente

La palabra “condescendencia” viene del latín “condescendencia” y, en esencia, significa cualidad del que se acomoda a la voluntad de alguien más. La condescendencia se puede expresar en dos sentidos: positivo y negativo. 

La condescendencia es, en el sentido positivo de la palabra, el deseo de complacer, dar gusto y acomodarse a la voluntad del otro. Sin embargo, en sentido negativo se usa el término para referirse a una amabilidad falsa y forzada que nace del sentimiento de una supuesta superioridad intelectual, académica, social, o económica hacia otra persona.

Haciendo hincapié en el sentido negativo del término, se dice que alguien está siendo condescendiente cuando se mezcla un sentimiento de superioridad impertinente e injustificado con una amabilidad mal entendida hacia la persona a la que supuestamente se intenta beneficiar. 

Una forma habitual de actuar con condescendencia consiste en simplificar, de forma excesiva e innecesariamente, una explicación, lo cual está relacionada con la baja inteligencia que suponemos de la otra persona. También es habitual obrar con condescendencia mediante muestras de apoyo o alabanzas claramente excesivas e insinceras. Algunas veces se usa a propósito un tono, una sonrisa tipo paternalista, o una actitud condescendiente como modo de infligir una humillación sutil a la persona a la que se dirige. 

Resumiendo, podríamos decir que actuar mediante la expresión de una condescendencia negativa corresponde a aceptar o tolerar a las demás personas con suficiencia o desdén.

Pues bien, existen personas profundamente acomplejadas y de baja autoestima que, de una forma u otra, logran exhibir una horrorosa e insoportable combinación de las cuatro modalidades negativas previamente expuestas: petulancia, arrogancia, pedantería, y condescendencia. En tal caso, el atributo negativo insignia y, con diferencia más sobresaliente de todos, suele ser la actitud de condescendencia.

Un Caso en Concreto

A modo de ejemplo puedo citar una experiencia personal que el autor vivió en el año 2015 mientras en un país fuera de España. En esos momentos el autor se reunió con su gran amigo el Prof. Dr. Gideon Ariel quien recibió el Premio Geoffrey Dyson en el año 2012, otorgada por la Sociedad Internacional de Biomecánica Deportiva.

El Premio Geoffrey Dyson reconoce a los científicos del deporte que, a lo largo de su carrera profesional, tienden puentes entre la investigación biomecánica y la práctica deportiva. Se trata del galardón más prestigioso de la ISBS, ya que es un reconocimiento a las personas que encarnan y llevan a cabo los fines primordiales de la Sociedad.

En esos momentos el Dr. Ariel y su esposa Ann Ariel se alojaban en un elegante hotel cerca de la residencia habitual del autor. Inmediatamente se decidido quedar para desayunar juntos el día siguiente, asi como para dedicar el día a pasear por la bonita y pintoresca ciudad. 

Pero no estábamos solos, ya que en esos momentos se alojaba en el mismo hotel un reducido y supuestamente elitista grupo perteneciente a una expedición al polo sur consistente de ex alumnos de una conocida y altamente prestigiosa universidad – cuyo nombre, por respeto, no mencionare – ubicada en el ranking mundial entre las primeras cinco del mundo. 

Durante el desayuno se acercó un señor con su mujer, ambos de aproximadamente cuarenta años de edad, para preguntar si formábamos parte de la expedición marítima al polo sur. Respondimos que no, pero si deseaban desayunar con nosotros, estaban más que invitados. Recuerdo que el señor era abogado corporativo y su mujer psicóloga clínica, ambos egresados de la misma universidad.

Inmediatamente comenzaron una serie de preguntas e interrogatorios impertinentes, asi como carentes de tacto y respeto dirigidos a nuestra procedencia, estatus social y económico, universidades atendidas, y niveles académicos. 

Si bien el Dr. Ariel, su esposa Ann (que tambien es profesora universitaria y tiene un Ph.D. en biomecanica), y yo estábamos considerablemente mejor académicamente formados y socialmente posicionados que ellos, su actitud en todo momento exudaba una condescendencia de claro carácter vertical, y basado en un profundo complejo de inferioridad. 

Lamentablemente, y en todo momento, el comportamiento de la pareja fue eminentemente infantil e inmaduro, cosa que a los tres nos causó un indeterminado grado de pena y vergüenza ajena. Es lamentable que una universidad de semejante prestigio internacional sea capaz de generar individuos tan acomplejados, irrespetuosos, y condescendientes.

En un momento determinado, el señor comenzó a hacer alarde de la gran cantidad de Premios Nobel que había cosechado su prestigiosa universidad. A ello, el Dr. Ariel amablemente respondió: “es verdad, pero ¿usted alguna vez recibió un premio nobel?” A lo cual el señor respondió “no,” y ahí lo dejamos para no entrar en juegos de palabras y/o conflictos tontos que no conducen a nada.

Al despedirnos, Ann, en su infinita inteligencia, expreso una breve frase que resumío todo lo sucedido con la mayor precisión: “estos dos individuos no saben absolutamente nada de nosotros, y posiblemente su narcisismo les impida incluso interesarse, pero no cabe duda que nos han tratado de manera condescendiente, como si ellos fueran dioses inmortales y nosotros meros mortales.” 

Pues sí, precisamente en ese nivel infrahumano el señor y su esposa jugaron la estúpida y tonta partida de intentar ser más que nosotros y, al mismo tiempo, ningunearnos en todo lo posible. Cosa que no lograron en absoluto.

Debo confesar que el susodicho juego les fallo estrepitosamente, siendo ellos dos quienes quedaron en el más absoluto ridículo … pero, supongo que ni se dieron cuenta de ello. En consecuencia, y rápidamente, nos olvidamos de todo lo sucedido con la pareja retrógrada y conceptualmente equivocada, y abordamos un antiguo autobús con el techo abierto para recorrer la preciosa ciudad juntos.

Palabras Finales

En base a todo lo expresado anteriormente, podemos afirmar que nadie suele ser más petulante, arrogante, pedante, falso, agresivo, violento, y muy especialmente condescendiente, en sentido negativo y hacia las demás personas, que todo aquel que dude profundamente de sí mismo y su auténtica procedencia, que este lleno de confusión y conflictos psicológicos, que carezca de autorrespeto y autoestima, que no posea honradez ni integridad, y que sea totalmente inseguro e inestable respecto a su propia identidad y valía como persona.

 

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