Una incursión paso a paso por los tres tiempos del ciclo de estrés competitivo de un atleta de élite.
Quiero comenzar este artículo con un breve y simple cuento. Su contenido corresponde a los conceptos que en los años sesenta me transmitió uno de mis mejores y mas queridos entrenadores de fútbol americano en los Estados Unidos. Un entrenador cuyo conocimiento, integridad, presencia, y actitud, ante el éxtasis y la agonia de la victoria o el fracaso, “esos dos impostores,” como escribio Rudyard Kipling (1865-1936), dejo una profunda e indeleble huella en mi interior.
Ese entrenador fue el Sr. Sam Nicolopulos de San Carlos, California. Academicamente era licenciado en educación física por la Universidad de Oregon (University of Oregon), y master postgrado en ciencias biológicas por la Universidad de Stanford (Stanford University), además de profesor y miembro del altamente selecto Hall of Fame en la Universidad de Cañada (Cañada College) en Redwood City, California.
Desde mis catorce años (1960), cuando ingresé en la escuela secundaria de San Carlos (San Carlos High School), Sam fue una verdadera luz de sabiduria, dirección, e integridad en mi camino personal y profesional. Una persona que no solo me enseño a vivir, si no que también me enseñó que ganar - en lo que sea - no es algo que sucede al azar, si no que sucede en funcion de una elección personal. En los años 1984 al 1985 Sam solicitó un año sabático de sus funciones académicas y vino a Madrid para ser alumno postgrado mio en fisiología muscular. A el y su memoria dedico este artículo.
El cuento de Sam hace referencia a dos niños que eligen dos caminos psicológicos y conductuales diametralmente distintos ante la presencia y percepción de una situacion supuestamente estresante. Su significado transcurre, a modo de un brilante y tortuoso hilo conductor, a lo largo de toda la extensión del viaje que realizaremos juntos en este articulo. Así mismo, nos dará la llave para abrir la puerta que conduce al papel de la percepción humana en nuestras acciones y reacciones.
Así que adelante y disfruten, ya que indefectiblemente, en un punto u otro de este artículo, cada uno de vosotros se verá reflejado según las caracteristicas individuales de vuestras sensaciones, percepciones, y conductas ante la presión y el estrés. Por “sensación” entendemos el proceso de detectar la presencia de estimulos, y por “percepción” el proceso de nivel superior que incluye la integración, el reconocimiento, y la interpretacion de las sensaciones. Por lo tanto, percepcion es realidad.
El cuento que les quiero contar es el siguiente:
“Dos niños están jugando en la orilla de una playa cuando son arrollados por una gran ola. Uno de ellos, inhibido, atemorizado, y llorando, corre a los brazos de su madre buscando protección y seguridad; el otro, motivado, libre de temor, y riendo, aprovecha la situacion y corre felizmente en busca de una tabla de surf para adentrarse en el mar deseando que lleguen otras olas iguales o más grandes.”
Nos preguntamos: ¿Qué ha sucedido en la mente de ambos niños para que una de las conductas sea angustiante, maladaptativa, y perdedora; y la otra sea tan feliz, adaptativa, y ganadora?
Es obvio que estamos ante la presencia de una perspectiva fundamental y peligrosamente diferente entre las sensaciones, percepciones, y conductas de ambos niños. Comparando y contrastando ambas actitudes, podemos apreciar que corresponden a dos formas muy distintas de tratar con el temor y el conflicto interno producido por la percepción individual de una supuesta amenaza. También configuran la base cognitiva y conductual para dos maneras radicalmente distintas de enfocar la vida. Uno de ellos no acepta el reto y huye en retraida, mientras que el otro lo acepta y forma parte de el. El primero es dependiente de su madre mientras que el segundo es independiente.
El niño que corre a los brazos de su madre percibe “peligro" ante las olas y está sentando las bases psicológicas y fisiológicas para convertirse en un potencial perdedor ante las multiples y variadas situaciones de estrés que encontrará a lo largo de su vida. El otro niño, el que corre en busca una tabla de surf, percibe “oportunidad” y convierte a las olas y el estrés en sus aliados, y en consecuencia se está convirtiendo en un potencial ganador en su vida. Éste mismo concepto se suele aplicar para los atletas de élite antes, durante, y despues de una competicion importante.
Conozco perfectamente, y en detalle lo que pueden haber sentido ambos niños. Todo ello forma parte de lo que denomino “el ciclo de estres competitivo de un atleta de élite.” Tambien se, lo que se siente en cada tiempo o fase del ciclo ya que nada ni nadie es capaz de sustituir la singular profundidad y riqueza que confiere la experiencia propia y directa.
Yo mismo he sido uno de esos atletas durante muchos años cuando fui miembro de varios equipos seleccionados de fútbol americano y beisbol, todos ellos entrenados y dirigidos por Sam Nicolopulos, además de campeón del mundo representando a los Estados Unidos en el año 1961. El incondicional apoyo y las sabias palabras de Sam cumplieron un papel central en la consecucion de ese titulo mundial. Así mismo, he experimentado la tensión estresante de los entrenamientos, las sensaciones, las percepciones, los pensamientos, y las competiciones, con la gran cantidad de atletas de élite, a los que he tenido el placer de asesorar y compartir con ellos experiencias durante mas de treinta años.
Eso si, a lo largo de mi dilatado historial competitivo y en mi vida personal, “siempre he buscado una tabla de surf para surfear olas cada vez mas grandes y peligrosas.” Una actitud que en reiteradas ocasiones me ha colmado de vida, alegría, coraje, y autoestima.
Vayamos paso a paso por el ciclo de estrés competitivo tal cual lo viven la mayoria de los atletas. El ciclo comienza en el momento en que la mente del atleta toma consciencia de su próxima competición … ahí se disparan los mecanismos de sensación y percepción ... y quizá algunos mas.
En el momento de tal toma de consciencia el atleta deja de entrenar por simple placer o cuando le plazca. Ahora todo ha cambiado de manera abrupta y radical. Se encuentra ante una responsabilidad seria ante el mismo y los demás, a la cual tiene que enfrentarse frontalmente “si o si,” y donde la dualidad evasiva y/o selectiva del “si o no” no es una opción.
Ahora el atleta esta moral y éticamente obligado a entrenar de manera científica, coherente, dedicada, disciplinada, programada, y continuada, día tras día ante el duro e implacable espectro juzgante de su propia consciencia. Ahora algo le empuja de manera constante. Algo que paradojicamente no lo hace desde fuera hacia dentro, sino desde dentro hacia fuera. Un empuje enfocado finamente como un laser sobre la finalidad de lograr las adaptaciones fisiológicas, psicológicas, y biomecánicas para poder competir e intentar ganar.
En este momento, y siguiendo el modelo perceptual-conductual de los dos niños en la playa, el atleta puede elegir uno de los dos caminos: el del niño inseguro, temeroso, y perdedor, que corre a los brazos de su madre para intentar evadirse de la situacion (la impensable opción del perdedor); o bien todo lo contrario, como el niño ganador que va en busca de una tabla de surf (la opción natural del ganador). Así como ocurre con los niños, la decisión descansa en la calidad y solidez estructural con la cual se ha construido y perfeccionado la base funcional que determina la atmósfera psíquica interna del propio atleta.
Metaforicamente hablando, y como si de un espejo se tratase, toda imagen del mundo exterior es alterada por las cualidades de la superficie que lo refleja. Analogamente, la percepcion tambien actúa como una superficie psíquica reflectante, y cada atleta percibirá y actuará de una u otra manera según las condiciones del reflejo resultante. Un reflejo positivo o negativo, que solo él, es capaz de ver en el interior de si mismo. Ese reflejo lo guiará en su conducta de evitación o confrontación ante la adversidad.
Teniendo claro todo lo anterior, cabe adicionar que toda competición deportiva de alto nivel es una especie de sistema de selección natural aplicado a un ambiente controlado por reglas y leyes. Ese sistema se clasifica dentro de los juegos y se denomina “deporte competitivo.” El concepto central de esta teoría incluye las acciones de “mezcla” (donde se incluyen y mezclan multiples competidores o equipos), y “criba” (donde la criba o filtro del medio competitivo solo es superada por los mejores). Conceptos, ambos, propios de la selección natural, tal cual fue descrito por Charles Darwin en su momento.
En el deporte de élite todo lo anterior se traduce en una teoría de competicion y supervivencia deportiva – no una competitividad feroz de vida o muerte absoluta, como ocurre en la propia naturaleza – si no mas bien un concepto de supervivencia deportiva amistosa y relativa donde los mas áptos y mejor adaptados a sus respectivas pruebas son los que compiten mejor y ganan. Sabiendo estas premisas estamos en mejores condiciones para comprender, con mayor facilidad, el como, cuando, y por que de los tres tiempos del ciclo de estrés.
El Primer Tiempo
En este tiempo inicial el deportista se prepara para competir despues de haber establecido una solida base en el periodo postcompetitivo. Éste va a tomar conciencia de su siguiente competición, y de manera consciente y/o inconsciente, procedera a proyectarse y a extrapolar su rendimiento hacia el futuro. Éste proceso someterá al atleta a un estrés y una tensión psíquica a largo plazo y cronica, así como a un estrés fisiológico determinado y correctamente dosificado (conocido como periodización).
Según el tiempo que falte para competir, éste primer tiempo se subdivide en cuatro subtiempos aproximados: 1º.- diez o mas dias antes de la competicion; 2º.- entre los diez y los tres dias antes de la competicion; 3º.- tres dias antes de la competicion; y 4º.- tres o menos horas antes de la competicion.
Primer Tiempo/Subfase 1: Faltando Meses o Semanas
Todo el proceso de aproximación a la competicion se asemeja a las correcciones y ajustes que implementa un comandante de un avión de pasajeros a punto de aterrizar. El proceso es experimentado por cada atleta a partir del momento en que éste toma consciencia de su próxima competición. El éxito o el fracaso dependera de su capacidad de adaptación al estrés, así como la manera en que se enfrentará y adaptará a la presencia de dos sensaciones fundamentales en su atmósfera psicológica.
Éstos dos tipos de sensaciones se presentan de manera generalizada, difusa, y cambiante a lo largo de los cuatro subcomponentes de este primer tiempo, y consisten en: 1.- una sensación de temor y frustración ante la percepción de tener que asumir la plena responsabilidad por un posible fracaso; y 2.- una serie de comportamientos obsesivos y compulsivos de escape, evitación, y/o evasión ante la percepción de no poder hacer frente a las exigencias, fracasar, y ver su yo amenazado por una supuesta perdida de autorespeto y/o autoestima.
Ambas condiciones, en mayor o menor medida, nos recuerdan la actitud de ese temeroso, hipersensible, e inseguro niño que, en vez de confiar en si mismo y en sus posibilidades, se niega a enfrentarse a la adversidad de las olas, y corre en busca de los brazos de su madre para que lo proteja. En realidad ese niño se niega a si mismo.
Como hemos dicho, la primera de las sensaciones del atleta, corresponde a una sensacion de frustación leve y silenciosa, al principio casi imperceptible, que se siente ante la posibilidad de ser derrotado y fracasar, así como de un progresivo aumento de la responsabilidad ante los resultados de la competición. Muchas personas, incluyendo algunos atletas de élite, no son capaces de asumir la plena responsabilidad de sus vidas así como la preparación y el resultado de sus competiciones sean estos buenos o malos. Éstas personas en realidad son niños grandes que viven en negación de si mismos como sujetos humanos responsables de sus actos.
La segunda de ellas corresponde a una serie de comportamientos de carácter compulsivo relacionados con claras conductas de escape, evasión, y/o evitación. Ésto se debe a que la atmósfera psíquica precompetitiva que reina en la mente del atleta condiciona un temor reververante, ciclico, y reiterativo de tipo obsesivo que el propio atleta es incapaz de detener volitivamente. A su vez, este temor provoca en el atleta una serie de conductas relacionadas con la aceptación de la futura competición y los riegos de fracaso que debe asumir al respecto.
A veces lo que hemos descrito anteriormente se manifiesta mediante típicas y muy predecibles expresiones psicosomaticas de lesiones, males inventados o inexistentes, falsas y fraudulentas expresiones de coraje y valentia, enfermedades de diversa y cuestionable etiología, u otras eventualidades convenientemente ideadas para crear una excusa o salida honrosa, ante el mismo y los demás. Todo ello con una única finalidad: no tener que presentarse a la competición y correr el peligro de hacer el ridiculo, perder ante los demas, y mas importante aún, perder ante si mismo.
Éste mismo proceso, pero con ciertas variantes, tambien suele presentarse en algunos estudiantes de medicina y otras carreras de alta exigencia academica previo a los duros examenes orales finales. He visto casos de estrés tan graves que algunos compañeros mios han tenido que abandonar la carrera en el primer año por ser incapaces de aprobar anatomía.
Estas dos condiciones anteriores: la frustracion ante una posible derrota, y los comportamientos obsesivos y compulsivos, cuando adquieren proporciones incontrolables, tienden a presentarse de manera constante en los atletas con una baja autoestima, así como una baja tolerancia y adaptación al estrés.
Como es de esperar, el proceso de caracter generalizado, anteriormente mencionado, tiende a intensificar el estado de ansiedad y malestar del atleta, hasta el punto de convertirse en una verdadera bestia negra interna que lo consume lentamente. Los sintomas fundamentales consisten en una marcada y desagradable tensión e hiperactividad nerviosa autónoma, asi como de su consecuente insomnio y catabolismo. Por lo general, este proceso tiende a ir en crescendo a medida que el atleta se acerca a la competición.
Cada atleta se enfrentara a su proceso de aproximacion a la competición de una manera distinta según su temperamento (características genéticas de su personalidad), su carácter (características aprendidas de su personalidad), su capacidad de adaptacion al estrés (hiperactividad simpatica por la percepción de una amenaza), la ansiedad resultante (miedo en ausencia de una amenaza), y la propia valoracion (mayormente distorsionada) sobre su capacidad real para hacer frente a la amenaza competitiva que se aproxima.
Primer Tiempo/Subfase 2: Faltando Diez Dias
Faltando aproximadamente diez dias para competir, el nivel de estrés emocional que sufre el deportista experimenta un aumento gradual y progresivo. En estos momentos el atleta se enfoca sobre la competición con intención de ganar. No obstante, nuevamente y de manera intermitente, se presentan los sentimientos de frustración, evasión, y de evitación que mencionamos anteriormente. En ocasiones estos síntomas pueden ser controlados, en mayor o menor grado, por los mecanismos adaptativos del deportista. En otras ocasiones todo dependera de la ayuda que pueda brindarle un psiquiatra o psicólogo deportivo.
Primer Tiempo/Subfase 3: Faltando Tres Dias
Cuando se aproxima aun mas la competición, faltando mas o menos tres dias para competir, se produce un significante aumento del estrés así como del estado de ansiedad del atleta. En estos momentos puede presentar una serie de sintomas clínicos y conductas que según lo estipulado en el DSM IV oscilan desde la hipomania, pasando por la labilidad e inestabilidad emocional, hasta cuadros depresivos de diversa gravedad.
En estos momentos el insomnio se agrava con dificultad para conciliar el sueño (típico de un cuadro de ansiedad), discontinuidad del sueño (típico de la hiperactividad simpatica causada por el estrés), o un despertar temprano (caracteristico de un cuadro depresión). A veces las tres condiciones se presentan de manera exclusiva, a veces mixtas, y en ocasiones todas a la vez.
En éstos momentos tambien se presenta, de manera típica y constante, lo que la experiencia me ha llevado a denominar “el fenomeno MDI” – que corresponde a una triada de aparición constante y que consiste de una mezcla de: miedo, duda, e incertidumbre. El fenomeno MDI se encuentra fuertemente anclado el eje psíquico central de atleta de alta competición.
Según como controle estos tres factores, el atleta se rompera, se adaptara, o se agrandara y ganara ante la situacion estresante. En inglés este fenomeno reactivo que se produce ante el estrés competitivo lo denominamos “el fenomeno BBB”: breakers (los que se rompen), benders (los que se doblan o adaptan), and blossomers (los ganadores). Sobre todo esto hablaremos en mayor profundidad en otro artículo.
A menudo, el atleta se desespera e irracionalmente exije a su entrenador que le programe mayores volumenes e intensidades en los entrenamientos sin tener en consideracion la leyes fisiologicas de periodizacion y supercompensacion. A veces incluso puede incurrir en un franco sobreentrenamiento, cosa que aumentará las posibilidades de sufrir lesiones y practicamente le asegurara el fracaso competitivo por falta de recuperacion y sobrecompensacion.
Primer Tiempo/Subfase 4: Faltando Tres Horas
En las ultimas tres horas previas al inicio de la competicion el atleta ansioso sufre una intensificacion de su estado de ansiedad, junto a un estado de nerviosismo, irritabilidad, inquietud psicomotora, inseguridad, y desconfianza. Incluso pueden hacer presencia una serie de ideas delirantes. Un delirio o una idea delirante es un trastorno de las facultades mentales que se manifiesta mediante la presencia de una idea falsa y fija, y que presenta resistencia a ser modificada aunque datos objetivos la contrarien.
Las ideas delirantes del atleta suelen estar relacionadas con un pensamiento magico irracional, así como ciertos rituales estereotipados y cabalas diversas. Algunos de ellos pueden sufrir un cuadro agudo de anorexia que le quita las ganas de comer durante un periodo de venticuatro horas. Otros no pueden comer por los vomitos. Paradojicamente, e incluso en tales deplorables condiciones de hiperactividad autonoma simpatica, muchos de ellos consiguen competir y ganar.
Poco a poco la sintomatologia somatica se hace mas patente que en la fase anterior con mayores alteraciones del ritmo cardiaco a modo de taquicardia y/o extrasístoles, ritmo respiratorío irregular, sensación de debilidad muscular, y gran sudoracion. No obstante, y en ocasiones, el atleta manifiesta sintomas pasajeros de euforia o incluso de hipomanía que le sirven para controlar – hasta un punto – los niveles de estrés. A medida que se aproxima la competición, el atleta profundiza cada vez mas y mas dentro de si mismo y se va sintiendo cada vez mejor. Finalmente se produce un estado enfocado de alerta que mantiene hasta recibir el pistolazo de salida.
El Segundo Tiempo
Este tiempo corresponde a la fase de competición o periodo intracompetitivo, donde el atleta se ve obligado a enfrentarse y rendir contra los demás atletas al máximo de su capacidad e intentar ganar. Este tiempo posee limites y restricciones temporales muy laxos ya que su duración puede contarse en segundos, como es el caso de los 60 metros lisos; o bien horas, como es el caso del salto de altura o longitud; o bien dos semanas, como es el caso de un mundial de atletismo; o bien un mes (aproximadamente 4 semanas), como es el caso de un mundial de futbol. De hecho en el pasado he trabajado con hombres y mujeres plusmarquistas mundiales de 60 metros lisos, cuyas valoraciones anuales de éxito o fracaso han estado basadas en solo tres carreras o competiciones – o sea en aproximadamente 19 segundos!
Este tiempo tiene tendencia a variar según las caracteristicas personales del atleta y las de su prueba en especifico. Por lo general existen una serie de circunstancias de caracter variable e impredecibles a las cuales el atleta se debe adaptar, recordando que no posee la seguridad absoluta de nada hasta terminar la prueba. A pesar de todo ésto, y a medida que se desarrolla la competición, el sentimiento o la intuición de éxito o fracaso va cobrando valores cada vez más reales.
El Tercer Tiempo
Este último tiempo corresponde a la fase postcompetitiva, y comienza inmediatamente al finalizar la competición. Este tiempo enlaza intimamente con la fase precompetitiva para completar el ciclo. Lo que haga o no haga el atleta en este periodo de tiempo, tan crítico y decisivo, condicionará el éxito o fracaso de la siguiente temporada. El tercer tiempo no es un tiempo de descanso como muchos creen, si no un tiempo para establecer las bases adaptativas a las exigencias especificas de la siguiente temporada competitiva.
En esos momentos surge la evaluacion por parte del atleta y de su entrenador de los resultados obtenidos, así como del rendimiento real obtenido en terminos objetivos y subjetivos. De ésta manera el atleta determinará si su actuación corresponde a un triunfo o a una percepción mas emocional que racional de ser un fracasado o un triunfador.
En el caso del atleta que se siente ganador por haber competido y triunfado, se produce un refuerzo de sus posibilidades de adaptación ante futuras situaciones estresantes y ansiogenas. Esto condicionará un reajuste en sentido positivo de sus niveles de aspiracion deportiva así como de sus posibilidades futuras y reales de rendir, competir, y triunfar.
En el caso del atleta que se siente fracasado por haber sido derrotado, y en semejanza a la del niño inseguro y temeroso que corre a los brazos de su madre, aparece una conducta apatica de inhibicion ante los diversos estimulos de su entorno, así como sentimientos de improductividad o inutilidad respecto a la accion realizada. El atleta perdedor a veces suele manifestar reiteradas expresiones verbales malsonantes, autoacusatorias, delirantes, y casi siempre irracionales, como consecuencia de la necesidad de justificar su fallo deportivo ante los demás, y fundamentalmente ante si mismo.
A lo largo de todo este proceso, el atleta ansioso y maladaptado al estrés soportara mal la espera, en ocasiones intolerable, y a veces se encontrará ante una especie de desesperante y exasperante encrucijada existencial donde en función del tiempo del ciclo en que se encuentre no sera capaz de descansar, ni de dormir, ni de competir, ni dejar de pensar, ni de nada. Esto, pero en menor medida, se asemeja a la sintomatologia de un un trastorno bipolar mixto donde simultaneamente coinciden las fases de hipomania y depresión provocando un estado de malestar disforico practicamente intolerable.
Otros atletas, por lo contrario, han confiado en la ciencia y se han dejado asesorar por gente con experiencia, y por lo tanto han sido capaces de encontrar y apretar el boton de “off” de sus respectivos sistemas alostáticos que activan el estrés. A otros hubo que abordarlos desde una perspectiva eminentemente intuitiva y natural – pero con los mismos buenos resultados. En consecuencia los atletas han sabido relajarse y dormir como gatos varios dias, e incluso minutos y segundos, antes de una importante competicion. Por lo general, esos atletas han demostrado un comportamiento analogo al del niño que ante la ola, sonrie y va en busca de una tabla de surf. Esos atletas, con gran diferencia, han sido los que mejores adaptaciones y mas triunfos han logrado.
En ocasiones, y en funcion del estrés que siente el atleta ansioso, la sensacion de desesperación precompetitiva es tan desesperante que peligra seriamente su estabilidad emocional de base, pudiendo incluso “borrarse” el mismo y directamente no presentarse a la competición. Conozco a gran numero de atletas a quienes les ha sucedido este fenomeno de forma reiterada. Mi experiencia personal es que algunos de ellos, incluso siendo medallista olímpicos, han rechazado los asesoramientos psicológicos y en consecuencia han tenido que retirarse de la alta competición de manera definitiva a causa del estrés y el insomnio que sufrian una semana antes de competir.
Algunos atletas disfrutan las sesiones de entrenamiento diarias, libres de estrés competitivo, y lo suelen hacer rindiendo al máximo de sus posibilidades y a la perfeccion. Pero en el momento de tener que competir y rendir bajo presión, no toleran el estrés que se autoimponen, pierden la confianza, se alteran, entran en panico, y fracasan una y otra vez. Otros aborrecen entrenar y de hecho entrenan pesimamente mal. Incluso lloran de frustracion en los entrenamientos. Pero en el momento de tener que competir bajo presión lo hacen perfectamente bien e incluso son campeones del mundo en reiteradas ocasiones, además establecen plusmarcas mundiales.
Otros, simplemente no desean ganar – consciente o inconscientemente - y son los eternos segundos, terceros, o cuartos, pero nunca los primeros. Por alguna razon u otra carecen de auroestima y consideran que no merecen ganar.
Recuerdo como hace años, en el trascurso de un campeonato mundial, uno de ellos hizo todo lo posible para perder – pero fracasó y ganó. Les puedo proporcionar casos y ejemplos para todos los gustos, pero queda claro que cada uno de ellos responde a un asesoramiento psiquiátrico y una preparacion psicológica – en terminos de forma y función - personalizada y radicalmente distinta a la de los demás.
En contraste, otros atletas tanto masculinos como femeninos, que se negaban rotundamente a competir solo dos semanas antes de la competición alegando ansiedad y depresión, no solo lograron presentarse y competir, sino que además se convirtieron en campeones mundiales gracias a un rápido y efectivo asesoramiento psicológico.
Con todo esto dicho, donde nos debemos dirigir ante una situacion de estrés competitivo o no competitivo: ¿riendo y hacia una buena tabla de surf, como un ganador; o llorando y manteniendo una relación de dependencia con su madre, como un perdedor?
Hacemos deporte y competimos para sentirnos bien, primero con nosotros mismos y luego con los demás, no para sentirnos mal. Ser ganador es, y siempre a sido, una eleccion personal.
La decisión descansa en usted …
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