Destejiendo el miedo, el pánico, y el terror en situaciones de incertidumnbre, conflicto, y combate.
INTRODUCCION
El miedo es uno de los mayores inhibidores en la vida. En ocasiones, el miedo dificulta o impide vivir la vida como uno desea. Para reducir sus efectos progresivamente inhibitorios y paralizantes es importante llegar a comprender la neurofisiología del miedo, y cómo afecta la cantidad y calidad de nuestra vida interna y externa.
No obstante, el miedo no suele ser la única emoción negativa que condiciona nuestras vidas. De hecho, existen otras de igual intensidad e incluso mayor.
La mayoría del progreso de la humanidad ha sido logrado en función de la implementación de seis subordinaciones respecto a valores y comportamientos frecuentemente interrelacionados: 1.- el miedo y la fuerza ante la lógica y la razón; 2.- la coacción y la opresión ante la independencia y la libertad; 3.- los instintos, la intuición, y la impulsividad ante la ética y la moral; 4.- la ira y el odio ante el amor y la comprensión; 5.- la necesidad y la desesperación ante la autosatisfacción y la autoestima; y finalmente 6.- la violencia y la guerra ante la serenidad y la paz.
Todos los organismos vivos están sujetos a activarse a través del amor, o bien paralizarse a través del miedo, según los cambios y estímulos creados en su entorno. En términos generales, el miedo es una estimulación negativa o perturbadora dirigida hacia el interior del organismo que, a su vez, crea una inactivación progresiva que conduce a una acción inadecuada y/o parálisis según su intensidad y duración.
Por otro lado, el amor es una estimulación positiva dirigida hacia el exterior del organismo que, a su vez, crea una acción progresiva que conduce a una acción y/o conexión adecuada. El amor es un sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser.
El amor consiste esencialmente en un sentimiento dirigido hacia otra persona que, naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra, y nos da energía para vivir, convivir, comunicarnos, y crear.
Fue el fisiólogo ruso Iván Pávlov (1849-1936), Premio Nobel de Medicina (1904), quien afirmó que todo miedo crea un proceso de inhibición en el organismo. Pávlov describió el miedo como un estado disfórico (malestar general con estado de ánimo depresivo, ansiedad, e inquietud) de creciente incapacidad, ineficacia, incertidumbre, indefensión, e inseguridad, además de una pérdida concomitante y progresiva de la capacidad de reacción.
Lo expresado con anterioridad respecto al miedo eventualmente conduce a una inhibición psicomotora progresiva, así como a una sensación de impotencia generalizada. El miedo es el resultado de una carencia para poder actuar y/o reaccionar adecuadamente ante una situación y/u objeto (real o imaginario) que se percibe como peligroso y amenazante.
Casi siempre, aquello que se percibe como indefinido, imprevisto, e inesperado es, con gran diferencia, más terrible que aquello que es definido, previsto, y esperado. El conocimiento completo o incompleto de lo que probablemente sucederá en el inmediato o lejano futuro suele ser menos aterrador que la ignorancia o la duda sobre acontecimientos futuros inciertos.
El factor clave en este proceso es, sin duda, el grado o nivel de incertidumbre. Paradójicamente, los niveles de desesperanza y miseria suelen ir más rápidamente en crescendo cuando no se está seguro del propio destino que al encontrarse ante una muerte segura e inevitable.
Es muy probable que la duda (situación de indeterminación entre dos juicios o decisiones) sea la causa de la mayoría de las situaciones que generan miedo. Esencialmente, se trata de la antesala o expectativa de algún peligro o daño que aún está por llegar. Sin embargo, la duda y el miedo son los dos elementos fundamentales que crean la sensación de peligro, y no al revés.
Podemos afirmar que la idea de peligro surge de la experiencia procedente de los efectos del miedo. En otras palabras, el problema del miedo reside principalmente en el interior del propio organismo y no en el mundo exterior.
Un simple ejemplo sirve para aclarar este concepto: “¿tiene miedo de la pregunta”, preguntó el profesor al estudiante; “no, tengo miedo de no saber la respuesta”, respondió el estudiante. Para comprender este proceso en mayor detalle nos vemos obligados a considerar las funciones cerebrales superiores.
Las funciones cerebrales superiores son aquellas que hacen al hombre diferente de las otras especies, en el sentido de haber logrado desarrollar nuevas y más efectivas funciones cerebrales a lo largo del proceso evolutivo. Estas son capacidades exclusivamente humanas, adquiridas en el curso de la vida individual, y mediante un progresivo aprendizaje tanto natural como fisiológico.
No obstante, cabe aclarar que todas las capacidades cerebrales y mentales mencionadas anteriormente no son indispensables para la totalidad de los procesos de aprendizaje.
También las podemos definir como aquellas funciones que han permitido un desarrollo extraordinario de los logros de la especie humana a lo largo de los años. Por extraordinario nos referimos al ritmo exponencialmente acelerado con que se ha dado tal desarrollo. Un desarrollo humano que se produjo independiente de la evolución genética y que, desde hace por lo menos cincuenta mil años, no se volvió a dar.
Las funciones superiores que hemos mencionado son fundamentalmente tres: 1.- gnosias (saber reconocer); 2.- praxias (saber hacer); y 3.- lenguaje simbólico (saber hablar). Pues bien, lo que se conoce como “regresión acomodativa cerebral” en situaciones conflictivas o de combate donde la propia vida está en peligro corresponde a un colapso o desintegración funcional progresiva de todos los centros superiores del cerebro.
Ante el estímulo de una amenaza real o imaginaria el ser humano reacciona con temor y miedo, pudiendo ser de tres grados de intensidad: 1.- leve; 2.- moderado; y 3.- grave.
Según la intensidad de la amenaza y la sensación subjetiva de indefensión del propio individuo, se ira produciendo una inhibición psicomotora progresiva a lo largo de un eje que, de arriba (céfalo) hacia abajo (caudal), involucra cuatro estructuras cerebrales: 1.- la corteza cerebral; 2.- el mesencéfalo y el sistema límbico; 3.- el diencéfalo y el sistema hipotálamo hipofisario; y 4.- el tronco encefálico y la medula oblongada (bulbo raquídeo).
A continuación, y en apretada síntesis, se precisan algunas definiciones sobre las estructuras cerebrales pertinentes que acabamos de mencionar.
1.- corteza cerebral o córtex cerebral: sustancia gris que cubre la superficie de los hemisferios cerebrales; 2.- mesencéfalo: área situada entre el cerebro y la protuberancia; 3.- sistema límbico: estructuras que responden a estímulos ambientales con respuestas emocionales: miedo, alegría, tristeza, o ira; 4.- diencéfalo: agrupa el tálamo, el hipotálamo, y el tercer ventrículo; 5.- sistema hipotálamo-hipofisario: punto de convergencia del sistema nervioso central (hipotálamo) y el sistema endocrino (hipófisis); 6.- tronco encefálico: área debajo del diencéfalo, anterior al cerebelo, y superior a la médula espinal; y 7.- medula oblongata o bulbo raquídeo: parte terminal del tronco encefálico por debajo del tentorio o tienda del cerebelo.
Teniendo en cuenta la inhibición progresiva de las cuatro estructuras cerebrales anteriormente mencionadas, y ante la presencia de un estímulo percibido como amenazante y/o peligroso, nos permite subdividir el proceso global de acomodación regresiva cerebral con inhibición psicomotora – y en orden de menor a mayor - en seis fases bien definidas: 1.- prudencia y autocontrol; 2.- caución y concentración; 3.- alarma y aprensión; 4.- ansiedad y angustia; 5.- pánico; 6.- terror. A continuación, procedemos a definir cada una de estas fases con mayor precisión.
REGRESION ACOMODATIVA CEREBRAL
1.- PRUDENCIA Y AUTOCONTROL (leve pérdida de control)
En este estadio el sujeto aún mantiene un cierto grado de control sobre sus facultades mentales y comportamiento. El sujeto limita sus objetivos y ambiciones para no correr el riesgo de exponerse mientras se encuentra bajo los inicios de la influencia inhibidora del miedo. Por lo tanto, el sujeto reacciona evitando o suprimiendo profilácticamente la situación que percibe como amenazante y/o peligrosa.
2.- CAUCION Y CONCENTRACION (moderada pérdida el control)
El sujeto se mueve con cautela y carece de espontaneidad debido a un estado de hiperconsciencia y atención basados en la autoscopia y autocrítica. El sujeto manifiesta tendencia a reaccionar exageradamente para lograr y asegurar el éxito. Es así como repite y revisa movimientos a través de un proceso de reiteración y, al mismo tiempo, manifiesta aprensión y pesimismo hacia la posibilidad de un fracaso.
3.- ALARMA Y APRENSION (importante pérdida de control)
El sujeto se ve objetivamente asustado mientras experimenta una pérdida parcial de control. Además, manifiesta preocupación, desconfianza, vacilaciones, oscilaciones, y alteraciones tanto en el ritmo, tempo, y precisión de sus movimientos motores. A medida que la atención del sujeto se estrecha progresivamente debido a la reacción de miedo, su nivel de conciencia también comienza a restringirse progresivamente. El flujo de sus pensamientos se ven afectados tanto en su fluidez como en su organización y claridad.
4.- ANSIEDAD Y ANGUSTIA (grave pérdida de control)
La conducta del sujeto pierde unidad y coherencia funcional, así como su propósito, presentando patrones psicomotores aleatorios y desorganizados. La excesiva excitación de los centros neuronales subcorticales y mesencefálicos crea movimientos y repeticiones carentes de un sentido determinado. En tal momento, el sujeto se asemeja a un autómata o robot, aunque todavía permanece consciente y conservando la capacidad para emitir respuestas verbales conscientes.
Por “autómata” entendemos una especie de dispositivo mecánico en movimiento que se asemeja a un ser humano. Nos referimos a un comportamiento relativamente autónomo en estrecha semejanza a un robot. O sea, parecido a una máquina o mecanismo de control específicamente diseñado para ejecutar automáticamente una secuencia predeterminada de operaciones o responder de forma automática a una serie de instrucciones codificadas.
En esta etapa el diencéfalo comienza a asumir las funciones de la corteza, que todavía está parcialmente activa y aun no se encuentra totalmente inhibida o colapsada. Ondas y contra-ondas se encuentran, chocan, y entran en conflicto.
Tales ondas eventualmente toman contacto con los centros superiores y subcorticales causando una serie de movimientos disociados, gestos estereotipados, acciones disimétricas (imperfectamente simétricas), y espasmos musculares que son visiblemente expresados.
Es en estos momentos cuando el sujeto pierde el equilibrio mental, es incapaz de controlarse y se encuentra al borde de una pérdida total del conocimiento. Simultáneamente, el sujeto puede intentar destruir el entorno o bien intentar destruirse a sí mismo sin experimentar odio, ira, o rabia. En esta etapa el sujeto es espectador y no autor de sus impulsos y comportamientos.
5.- PANICO (subtotal pérdida de control + consciencia + fuga/huida)
En este estadio ya no existe actividad cortical, y la conducta del sujeto está dirigida y controlada exclusivamente por los centros mesencefálicos y talámicos. Existen movimientos violentos a modo de una “tormenta motora.” En ese momento el sujeto puede correr hacia adelante (hacia la amenaza o peligro), o bien hacia atrás (alejándose de la amenaza o peligro), de manera que nada ni nadie sea capaz de detenerlo.
Típicamente, y en tal caso, son necesarias tres o cuatro personas fuertes y bien entrenadas para sujetarlo y controlarlo, incluso siendo el sujeto relativamente pequeño y de musculatura débil.
El sujeto puede realizar actos heroicos en el campo de batalla mientras "escapa o huye hacia adelante" en una especie de estado crepuscular. Un estado crepuscular consiste en un trastorno de la conciencia en el que el sujeto puede experimentar alucinaciones visuales o auditivas y responder con una conducta eminentemente descontrolada e irracional.
Ahondando más en el tema, el estado mental crepuscular previamente mencionado corresponde a un estado de conciencia obnubilada en la cual el sujeto es temporalmente inconsciente de su contexto o entorno.
En tales momentos el sujeto experimenta alucinaciones auditivas o visuales fugaces, respondiendo a ellas mediante actos y comportamientos irracionales, como desvestirse en público, huir despavorido, o cometer actos agresivos y violentos de toda clase e índole.
Sin embargo y, a pesar de los actos heroicos que pueda realizar, el sujeto se encuentra en un estado de miedo intenso. Escapar o huir hacia adelante se refiere a un punto crítico del conflicto en el que la situación es tan peligrosa y desesperada que instintivamente se tiende a atacar ofensivamente en lugar de huir defensivamente.
En otras palabras, se escapa o huye hacia adelante cuando el sujeto asume que no existe salida alguna del conflicto y, por lo tanto, el debe continuar avanzando para enfrentarse al oponente o enemigo que lo amenaza. Todo ello con la única y exclusiva finalidad de que la situación conflictiva y altamente estresante acabe lo antes posible.
Esta clase específica de alteración psicológica se produce principalmente en las reacciones de miedo intenso o pánico, epilepsia del lóbulo temporal, reacciones disociativas, o graves intoxicaciones alcohólicas o de otras drogas.
Al recuperar su estado normal de consciencia, el sujeto suele relatar que se sintió como si estuviese soñando y, en consecuencia, expresa poseer poco o ningún recuerdo de su comportamiento real.
Esta etapa se vive como si todo lo sucedido fuese una “pesadilla” caracterizada por un flujo irregular, delirante, onírico, y distorsionado de imágenes mentales, la mayoría de las cuales son totalmente olvidadas cuando el sujeto logra regresar a la normalidad.
Dado que las percepciones y experiencias de esta etapa están grabadas profundamente, así como fuertemente arraigadas en la mente inconsciente, el sujeto sólo es capaz de recordar sus experiencias bajo los efectos de una hipnosis o inducción farmacológica aplicada bajo un estricto y altamente especializado control médico.
6.- TERROR (total pérdida de control + consciencia + inmovilidad/parálisis)
El sujeto puede permanecer de pie, o tumbado en el suelo inmóvil y totalmente “rígido y congelado” debido a la hiperactividad de su sistema nervioso parasimpático. Sin embargo, y sin importar cuál sea la posición de su cuerpo, característicamente permanece congelado e inmóvil como si fuese una piedra.
En tales momentos, el sujeto parece estar petrificado por el miedo y con una apariencia física y mental de estar muerto en vida. También presenta palidez y una total ausencia de expresión y afecto, así como una total inexistencia de una vida psíquica.
El término "terror" significa "regresar a la tierra." La severa inhibición e inactivación psicomotora del sujeto puede tornarse permanente si la inhibición logra extenderse hacia los centros vitales ubicados en el bulbo raquídeo. De ser así, el resultado podría ser la inminente muerte del sujeto.
Si el sujeto logra recuperarse de su estado de terror paralizante y estando con los ojos cerrados, podría abrir repentinamente los ojos, pero continuar pareciéndose un “muñeco de trapo.” El término “muñeco de trapo” se refiere a una persona totalmente flácida e inerte.
La expresión en sí, traslada la flacidez inmóvil de un muñeco blando hecho con trozos de tela a una forma fláccida y sin vida del comportamiento humano. Todo ello exhibido por un sujeto que se encuentra en pleno estado de terror.
Sin embargo, de forma inesperada y en cualquier momento, el sujeto puede regresar a su anterior estado de pánico con su característica hiperactividad simpática, inconsciencia y agresividad ciega, y literalmente atacar violentamente a la persona que intenta darle asistencia.
En otras ocasiones, el proceso de recuperación vuelve lentamente a la normalidad en presencia de síntomas comórbidos de depresión mayor. Además, el sujeto puede permanecer durante días desprovisto de cualquier motivación y/o iniciativa, con apatía, pereza, abulia, y una total despreocupación y falta de interés por cualquier cosa.
FACTORES FOBOGENICOS
Los factores fobogénicos o creadores de fobias son elementos o influencias que generan o agravan el miedo y/o las fobias. Con respecto a la reacción de miedo, lo que subjetivamente piensa el sujeto es, con gran diferencia, más importante que el peligro objetivo en cuestión. Está claro que la propia imaginación y percepción del peligro del sujeto juegan un papel vital en el tipo e intensidad de la reacción de miedo. Lo inesperado siempre es motivo de gran preocupación.
A continuación, se enumeran los factores fotogénicos más relevantes aplicables a situaciones de conflicto y combate: 1.- ausencia de liderazgo; 2.- agotamiento físico y mental; 3.- intensidades anormales de estimulación sensorial; 4.- incertidumbre e imprevisibilidad del peligro o amenaza; 5.- pensar que está siendo acorralado y arrinconado por el enemigo sin posibilidades de escape; y 6.- el misterio inherente de la situación. A continuación, pasamos a definir con mayor precisión estos seis puntos.
1.- Ausencia de Liderazgo: los sujetos necesitan una estructura social con instrucciones claras y precisas sobre qué hacer, cómo hacerlo, y cuándo hacerlo; 2.- Agotamiento Mental y Físico: la falta de comida, de ropa, y el exceso de trabajo mental provocan reacciones de miedo, incluso sin ninguna base lógica; y 3.- Intensidades Anormales de Estimulación Sensorial: demasiada luz, oscuridad, silencio, ruido, y soledad crean altos niveles de estrés y miedo; 4.- Imprevisibilidad del Peligro: el miedo aumenta cuando el estímulo temeroso cambia rápidamente de ubicación o simplemente aparece y desaparece inesperadamente; 5.- Pensar que Está Siendo Acorralado y Arrinconado por el Enemigo sin Posibilidad de Escape: estar rodeado, o simplemente pensar en ello, genera miedo en términos de sentirse atrapado sin posibilidad de escape o salida a la situación de peligro y miedo; y 6.- Misterio de la Situación: el sujeto no tiene relación alguna con lo que a continuación sucederá y, por lo tanto, sufre una pérdida total de referencia sobre qué esperar, cuándo esperarlo, y qué hacer cuando se presente.
Con respecto al punto 3, cabe aclarar que la mayoría de los sujetos se asustan por una combinación de tres elementos clave: 1.- la oscuridad; 2.- el silencio; y 3.- la soledad, así como ser interrumpido periódicamente por ruidos inusuales, inesperados, y no identificados. Otro elemento clave que genera miedo y sensación de cobardía es defraudar a los demás … especialmente a sus compañeros
PALABRAS FINALES
Podemos definir el miedo como la conciencia del colapso o abandono individual, del anticipo del fracaso, o la perspectiva de una derrota. Por “colapso o abandono” nos referimos a un estado de sentirse abandonado y deteriorado o bien el vergonzoso incumplimiento de las propias obligaciones.
La psicoterapia del miedo debe consistir en tranquilizar al sujeto sobre su propio valor como individuo, sus valores morales, y sus potencialidades como persona y/o combatiente. El elemento clave en todo este proceso consiste en lograr recuperar la confianza y la autoestima en uno mismo mucho más que la eliminación de la situación y/u objeto aterrador.
Para lograr tal propósito es necesario que el sujeto comprenda, acepte, y se sienta de la siguiente forma: 1.- totalmente libre de conflictos internos; 2.- en total acuerdo y aceptación consigo mismo; 3.- en posesión de una perfecta síntesis conceptual de sus creencias, valores, y propósitos; 4.- estar en posesión de todos los medios habituales de acción y reacción; y 5.- ser capaz de crear nuevos comportamientos y propósitos en caso de emergencia o cambios de contexto.
Para que esto ocurra necesitamos lograr tres objetivos secuenciales: 1.- ajustar el ambiente interno del sujeto; 2.- ajustar el entorno externo del sujeto; y 3.- desarrollar un profundo sentido de amor hacia los procesos y objetivos del sujeto.
Finalmente, ser un héroe en cualquier tipo y forma de conflicto significa estar bajo el signo de Eros, el Dios del amor. Los valientes conocen muy bien el amor y por eso su coraje y valentía se nutren del hecho de luchar por aquello que más aman. Por eso, el antídoto por excelencia contra el miedo no es el coraje ni la valentía, sino el amor.
Respecto al proceso de ajuste del ambiente interno del sujeto, se deben tener presente dos conceptos clave: 1.- que el miedo es una infusión o introversión – o sea, la introducción de un elemento o cualidad de algo que se dirige hacia el interior del sujeto; y 2.- que el amor es una efusión de extraversión – o sea, la externalización o liberación de un elemento o cualidad de algo que se dirige hacia la exterior del sujeto.
Sólo aquellos que creen, y aman profundamente lo que creen, poseen la determinación para enfrentarse a la adversidad y rendir al máximo de sus capacidades en todo momento y ante quien sea o lo que sea. Sólo aquellos que cuentan con un sólido y coherente liderazgo, así como con objetivos claros y bien definidos, serán los más aptos para lograr superar las mayores adversidades y obstáculos – tanto internos como externos - que las vicisitudes de la vida les puede presentar.
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