Es una ilusión creer que, cuando dos personas hablan una con la otra, se comuniquen una a la otra lo que fielmente piensan y sienten. Lo que en realidad se comunican es tan solo el poder de adquirir una por otra lo que ni una ni otra aun poseen.
Familias, Matrimonios, y Parejas
Es importante que aquellos consejeros profesionales que ven personas con problemas tengan acceso a las herramientas psicológicas necesarias para identificar signos y síntomas relacionados con la angustia familiar, la conyugal, y la de pareja en todas sus modalidades de presentación.
Una “familia” se define como un grupo de uno o más progenitores y sus hijos que, a la vez, viven juntos como una unidad. El término “matrimonio” se relaciona con aquellas relaciones que existen en el seno de una pareja casada. Finalmente, el término “pareja” se refiere a la asociación selectiva entre dos personas no casadas pero que viven una vida común.
Sanar, Enseñar, y Asesorar
La tarea en cuestión, ya sea curar, enseñar, o asesorar, puede verse afectada por la presencia de problemas de comunicación y de relación en los tres grupos anteriormente mencionados. También existe la posibilidad de que uno o ambos miembros de una pareja desconozcan de forma parcial o total la existencia de dicha angustia, así como su importancia de cara a los problemas por los cuales buscan orientación y asistencia.
En muchas situaciones, la crisis médica, educativa, o existencial de la pareja puede implicar un signo o síntoma importante proveniente de una situación de estrés emocional subyacente vinculada a las interrelaciones existes entre las personas involucradas.
A continuación, presentamos un marco de referencia preliminar y básico mediante el cual es posible detectar y reconocer ciertas señales de advertencia, y patrones y causas fundamentales de disfunción interpersonal. Todo ello con la esperanza de poder mejorar las relaciones personales que han caído en deficiencia.
Conflictos, Esperanzas, y Expectativas
El novelista ruso, Leon Tolstoi (1828-1910) considerado uno de los escritores más importantes de la literatura mundial, sabiamente expreso en su famosa novela del año 1878 Anna Karenina, que: “Todas las familias felices son similares, mientras que todas las familias infelices son diferentes a su manera.” La novela trata sobre la esencia de la pasión y el adulterio, pero también representa un examen exhaustivo y profundo de la institución familiar y de la felicidad mutua.
Sin embargo, y con el paso del tiempo, la expresión de Tolstoi no resulto ser del todo correcta. años de investigación en psicología social han logrado definir algunos conceptos centrales que determinan la naturaleza de los conflictos interpersonales que caracterizan a las familias infelices y/o disfuncionales.
Una de las formas más prácticas y realistas de comprender la naturaleza humana subyacente que crea conflictos en condiciones estrechamente interactivas como son la familia, el matrimonio, las parejas no casadas, y los amigos consiste en examinar las esperanzas, las expectativas, y las suposiciones únicas e individuales que cada persona aporta a la relación en cuestion.
El término “conflicto” se refiere a un desacuerdo o discusión grave de carácter prolongado, lo que significa que dura mucho tiempo o quizás más de lo esperado. El término “esperanza” alude a un sentimiento de expectativa y/o deseo que algo en particular suceda o no suceda. Finalmente, el término “expectativa” se refiere a una fuerte creencia de que algo sucederá en el presente o bien en tiempo futuro.
Nuestras esperanzas y expectativas, así como nuestra capacidad para cumplirlas, determinan en gran medida nuestra realidad. Por esta razón, suelen impactan nuestras vidas de forma directa, así como las vidas de quienes nos rodean íntimamente.
Nos estamos refiriendo a un modo de una profecía autocumplida. Una profecía muy peculiar mediante la cual uno puede ascender honorablemente o descender miserablemente dependiendo exclusivamente de los contenidos de sus propias esperanzas, expectativas, y creencias. Por ejemplo, una profecía autocumplida sucede cuando una persona, sin saberlo, logra que su propia profecía o predicción se convierta en realidad por el simple hecho de que espera que se haga realidad.
La profecía autocumplida, también llamada “Efecto Pigmalión,” es aquel proceso que provoca que la expectativa personal respecto a unos determinados hechos futuros concretos aumente la probabilidad de que estos hechos ocurran. El mecanismo depende de los patrones cognitivos así como del sistema de creencias del propio individuo.
Valor de las Suposiciones
La investigación y el análisis estadístico han aclarado que en prácticamente todas las relaciones humanas existe un entendimiento básico de que, si una persona le da algo a otra, el dador siempre recibirá algo a cambio a manos del receptor. Este concepto básico de la naturaleza humana nos lleva al término "suposición."
Por tal termino entendemos algo que se acepta como verdadero o que es seguro que será y/o sucederá, pero que carece de evidencia sólida y objetiva. Por definición, el acto de asumir algo jamás representa un procedimiento basado en una evidencia de carácter racional y objetiva.
Dado que es probable que las suposiciones sean correctas o incorrectas, no se debe confiar en ellas como auténticas guías de cara a determinar una acción adecuada. Debido a esto, las suposiciones son conjeturas mal construidas e igualmente mal fundamentadas. De hecho, representan posibles obstáculos y/o desvíos en nuestro modo de pensar y/o acciones que fácilmente pueden inducir a graves errores, así como inducir a una persona a avanzar en una dirección equivocada. Una regla a tener en cuenta es que las suposiciones no son ni correctas ni incorrectas hasta que lo demuestren mediante pruebas objetivas.
Por ejemplo, una suposición común en un matrimonio es que, si la esposa mantiene económicamente a toda la familia, entonces el esposo será responsable de realizar las tareas domésticas, así como de alimentar y cuidar de los niños. Además de eso, una suposición común entre padres e hijos es que los padres amarán y cuidarán a sus hijos, quienes, a su vez, obedecerán y respetarán a sus padres. En ambos casos, peligrosamente se supone un supuesto procedimiento basado en expectativas impulsivas mutuamente beneficiosas.
Siempre existen esperanzas, expectativas, y suposiciones altamente distorsionantes a ambos lados de la relación, cualquiera que sea. Sin embargo, y en aras de la claridad y la comprensión profunda, podemos simplificar mucho las cosas si nos referimos a todas estas mutuas esperanzas como “expectativas.” Una expectativa se define como un acuerdo entre dos o más personas para hacer algo o responder de una manera esperada y específica. Se trata de una fuerte creencia personal de que algo sucederá o no sucederá.
Yo Te Doy … Tu Me Das
Todas las relaciones personales de pareja, ya sean dos amigos, policía y civil, enfermera y paciente, profesor y estudiante, vendedor y cliente, supervisor y empleado, padre e hijo, novio y novia, o marido y mujer, se expresan de forma típicamente distinta y variable. Siempre existen diferentes grados de confusión y/o claridad sobre lo que cada uno espera recibir de la otra persona a cambio de lo que da.
En matrimonios y parejas de hecho, como en todas las relaciones interpersonales de carácter íntimo, los términos de las expectativas y la capacidad de los cónyuges para cumplirlas determinan la naturaleza y la calidad de la interacción. Cuando tales expectativas bilaterales fracasan y/o no se cumplen plenamente, la relación comienza a hacer agua.
Las relaciones sólidas y maduras son aquellas en las que cada miembro es voluntariamente capaz de satisfacer la mayoría de las necesidades y deseos del otro. Por otro lado, las relaciones débiles e inestables se desarrollan cuando la mayoría de las expectativas no se cumplen o permanecen en constante disputa y/o conflicto.
Expectativas Encubiertas y No Encubiertas
Algunas expectativas pueden verbalizarse mientras que otras se expresan en silencio mediante el lenguaje corporal. Otras permanecen totalmente en silencio e invisibles, y directamente no se expresan, mientras que otras permanecen en forma de irreales e incoherentes suposiciones. Por ejemplo, ambos miembros de la pareja pueden expresar expectativas abiertas (o sea, abiertamente reconocidas y/o demostradas) con respecto a las funciones o el rol que cada uno debe cumplir.
Sin embargo, también puede haber expectativas encubiertas (o sea, no reconocidas ni demostradas abiertamente) en el sentido de que el papel de cada miembro conlleva ideas, privilegios, y objetivos clandestinos que a la larga pueden destruir la pareja sin posibilidad alguna de reconciliación.
Expectativas Desconocidas o Ignoradas
A veces, y muy tristemente, las expectativas tácitas y no expresadas de uno de los socios son completamente ajenas y desconocidas para el otro. Por “tácito” entendemos que no se entiende, percibe, oye, o dice formalmente, sino que se supone e infiere de forma unilateral. Hay personas que poseen una habilidad sobrehumana e increíble para hábilmente, y de forma virtualmente imperceptible, engañar y manipular las expectativas del otro. ¿Por qué sucede esto y cuáles son las principales causas subyacentes?
Expectativas Incumplidas
Con todo, parecen existir sólo tres causas básicas y altamente significativas que conducen a expectativas incumplidas y fricciones interpersonales: 1.- la ignorancia o el desconocimiento de las expectativas del otro miembro de la pareja; 2.- la incapacidad para cumplir las expectativas del otro miembro de la pareja, y 3.- la falta de voluntad o ausencia de desganas para cumplir las expectativas del otro.
Estrés de Relación
Precisamente cuando todas y cada una de las expectativas bilaterales no se cumplen mutuamente, los socios se sentirán engañados o frustrados y tenderán a experimentar diversos grados de dificultad e incomodidad. Técnicamente hablando, esta condición de malestar bilateral se conoce como “estrés de relación.”
Un ejemplo de estrés en una relación es el típico marido que, después de un día duro y estresante de trabajo, asume incorrectamente que recibirá amor incondicional, cuidados, y una atención exclusiva por parte de su esposa al llegar a casa. Si en ese momento la esposa está preocupada por sus propios problemas personales y no cumple con las necesidades y demandas asumidas por el marido, este pasara a estresarse, frustrarse, enojarse, y amargarse, todo por sentirse defraudado por algo que erróneamente asumió. O sea, algo que el marido esperaba y, aparentemente, no recibió.
Mutuos Acuerdos
En ciertas ocasiones, y muy sabiamente, se forman acuerdos maduros y mutuamente beneficiosos entre los miembros de la pareja al principio de su relación con el fin de lograr satisfacer las necesidades mutuas y particulares en momentos determinados.
Sin embargo, y quizás en un tiempo posterior, uno de los dos experimente cambios en su salud, en sus responsabilidades, en su autoestima, en su economía, en sus intereses, en sus metas profesionales, o en sus valores personales, entre otros. Todos ellos modificaran, en menor o mayor medida las condiciones y la idoneidad de las expectativas originales que proceden por ambas partes.
Siendo tal el caso, la relación tomara eminentes características bilaterales de desacuerdo e inestabilidad pudiendo resultar en altos niveles de estrés, mutua incomodidad y desinterés, así como una posible ruptura definitiva de la relación.
Roles Cambiantes
En el caso de que se produzcan violentos cambios de roles entre los miembros de la pareja, inexorablemente se producirá un fuerte impacto en la vida cotidiana de la pareja, la autoestima individual, y la estabilidad familiar. También es posible que se produzcan diversos grados de tensión y estrés entre los dos miembros, así como intensificar el alto grado de tensión ya existente.
Reglas del Juego
El éxito o el fracaso final de una pareja de hecho o bien un matrimonio, dependerá de la capacidad de cada uno de los cónyuges para afrontar y asimilar con madura eficacia cuando las esperanzas, expectativas, o suposiciones no se cumplen o se vuelven obsoletas. En tal caso, estas ya no serán aplicables ni apropiadas para el normal funcionamiento de la relación.
Idealmente, las reglas básicas de una relación madura y funcional admiten y permiten discusiones sinceras y abiertas respecto a los pensamientos, sentimientos, y comportamientos relacionados con la supervivencia de la pareja como tal.
Identificación, Apertura, Ajustes, y Adaptación
No obstante, y en caso de que se produzca la ruptura, ambos miembros pueden sentarse a conversar, aislar, e identificar con calma todos y cada uno de los temas y áreas en los que no están de acuerdo. Siendo así, y existiendo buena fe por ambos lados, deben proceder a expresar abierta y respetuosamente sus diferentes puntos de vista de acuerdo a sus expectativas individuales.
Una vez que estas cuestiones de relación estén completamente claras para ambos, pueden proceder a explorar y comprender su voluntad de comprometerse y/o modificar sus esperanzas, expectativas, y/o suposiciones anteriores, y simplemente continuar con sus vidas aplicando periódicos ajustes y nuevas adaptaciones.
A través de una apertura honesta, un debate claro y justo, y un intercambio respetuoso de cada uno de los valores y puntos de vista, ambos seran capaces de encontrar una especie de terreno común, así como una solución mutuamente satisfactoria a sus problemas.
Para que todo lo anterior suceda, cada uno de los miembros debe pensar y sentir que el otro posee tanto la capacidad como el deseo de ajustarse, adaptarse, y cumplir su parte del compromiso.
Unificación de Conceptos
El proceso descrito anteriormente puede resultar eficaz en la resolución de diferencias conceptuales entre los miembros de una pareja. Y lo hace en el sentido de que les permite identificar y abordar los hechos objetivos en cuestión; comprender las emociones subjetivas individuales; reforzar o neutralizar tanto los pensamientos como los sentimientos positivos y negativos, respectivamente; y desarrollar la debida confianza e impulso mutuo necesarios para que les sucedan cosas buenas en su relación de pareja.
Este proceso se suele denominar “negociación de diferencias,” caracterizándose por permitir implementar la capacidad de participar con calma y madurez en dichas negociaciones. Tal proceso, en muchas ocasiones, resulta de esencial importancia para la supervivencia a largo plazo de todo tipo de relación de pareja. Ahora bien, ¿qué significa todo esto, realmente?
Digamos que un marido se siente profundamente decepcionado por lo que percibe como comportamientos irrespetuosos dirigidos hacia el por parte de su esposa. En consecuencia, el marido se aleja y reduce la cantidad y calidad del contacto con su esposa. Naturalmente, y con el tiempo, la esposa comienza a expresar preocupación y desconcierto por la actitud fría y distante de su marido.
A pesar de todo lo sucedido anteriormente, la esposa resulta ser una persona muy madura y en lugar de inventar una explicación falsa sobre su comportamiento, habla sinceramente respecto a su preocupación con su marido de forma franca y abierta. El marido, al considerar el asunto con tranquilidad y desde una perspectiva objetiva y madura, puede optar por modificar sus percepciones y conductas distorsionadas, o bien discutir su negativa a hacerlo con su esposa. De cualquier manera, la auténtica verdad que subyace al asunto sale a la luz y, por lo tanto, se pueden y deben tomar medidas adecuadas de conciliación.
Discusión Respetuosa, Honesta, y Flexible
Una discusión sincera y abierta puede conducir a una modificación de las expectativas y roles oles más adecuados en una relación. Tal discusión, a su vez, puede aliviar el estrés y la decepción que se han creado. Es sabido que la vida tiende a cambiar de forma rápida, constante, e impredecible.
Por lo tanto, cuando surge la amenaza de un nuevo desacuerdo en el cumplimiento de las esperanzas, expectativas, y/o suposiciones, ambos socios deben nuevamente contrastar y negociar sus diferencias con la esperanza de alcanzar un nuevo y más maduro estado de equilibrio en su relación.
Sin embargo, si la naturaleza de la asociación no permite una discusión madura de estas características, las negociaciones se verán frustradas y bloqueadas. A partir de ahí, cada uno deberá saber lidiar con su incomodidad, su estrés, su decepción, su ira, su amargura, y su resentimiento como mejor pueda.
Resumen
El matrimonio, la familia, y las relaciones de pareja de hecho involucran esperanzas, expectativas, y suposiciones mutuas similares a contratos laborales por parte de sus miembros. Por lo general, cada individuo tiene de antemano un concepto diferente respecto a los detalles de la vida de relación día a día.
Cuando las expectativas y los supuestos contractuales no se cumplen o son violados por uno de los socios, se producirán distintas magnitudes de estrés y disfunción en la relación. En tal caso, la pregunta universal para finalizar el conflicto: "¿que deseas de mí?" debe ser planteada y respondida honestamente por ambos.
Siempre existe la posibilidad de que los miembros no sepan cómo manejar tales problemas contractuales y, por lo tanto, necesiten asistencia profesional para lograrlo. Un buen terapeuta que sea consciente de los factores clave mencionados anteriormente puede, al escuchar activamente, promover el proceso de negociación facilitando comunicaciones abiertas y sinceras.
A través de este proceso es posible fomentar el compromiso y la discusión. Todo ello para desarrollar, aceptar, e implementar nuevas expectativas que sean mutuamente aceptables.
Finalmente, si todas estas intervenciones no resultan lo suficientemente efectivas como para eliminar el estrés y el malestar de la pareja, entonces puede estar indicado derivar a ambos miembros a un profesional de salud mental para un tratamiento más especializado.
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