William Shakespeare (1564-1616): Hamlet "¿Ser o no ser, esa es la cuestion?"
Ayn Rand (1905-1982): “no seré yo quien muere sino el mundo que acabara …”
“Estabas a punto de contraer matrimonio con una mujer que amabas. Hiciste bendecir los anillos de boda por un sacerdote en la iglesia Sant Faz de San Juan, Alicante. El día siguiente cogiste un avión de Iberia para formalizar la boda en un país lejano. Al llegar, la mujer estaba con otro hombre y dijo que la relación contigo había terminado. En ese momento, todas tus ilusiones se esfumaron.
Incrédulo, y con la ira en crescendo, emprendiste el viaje de vuelta a Europa. Al llegar compraste un revolver, pero te dijiste que nunca lo utilizarías. Querías tenerlo por si la ira y el estrés no mejoran. Ya no había solución ni futuro.
Has estado pensando en ello cada minuto y cada hora del día. Aun no se lo has contado a nadie, ni a tu querido médico amigo. Pero has perdido la esperanza y te tomas la cabeza con ambas manos diciendo que te estas volviendo loco. No aguantas más y no sabes qué hacer contigo mismo.
En un momento de lucidez vas a la consulta de salud mental de tu amigo medico en Alicante. Le cuentas lo sucedido en detalle. Le dices que te iras a la playa para pegarte un tiro. Tu medico amigo medico recomienda que permanezcas bajo su observación y te sugiere ingerir una medicación antidepresiva.
No obstante, a pesar de la asistencia médica especializada, y en caso de que todo ello fracase, el revolver siempre está ahí, y ofrece una salida segura y definitiva de tu insoportable situación.
Tu dolor emocional terminaría y tú, al irte del mundo, nuevamente tomarías control de tu vida … o así crees. De hecho, es rápido y fácil, solo tienes que bajar a la playa, apuntar bien, y apretar el gatillo ...”
Filosofía y Psiquiatria
Tanto la filosofía como la psiquiatría poseen una larga y mutuamente beneficiosa relación histórica. Por ejemplo, William James (1842-1910) fue un filósofo que contribuyo enormemente a la psiquiatría; mientras que Carl Jaspers (1883-1969) y Sigmund Freud (1856-1939) fueron dos psiquiatras que contribuyeron en gran escala a la filosofía.
Combinar filosofía y psiquiatría requiere que ambas disciplinas compartan caminos y objetivos comunes. Pero esta afirmación no es del todo verdad. Y no lo es porque si bien ambas disciplinas comparten un mismo tronco común que las une, suelen diferenciarse y distanciarse en la estructuración de sus ramas y hojas. Todo ello metafóricamente hablando, por supuesto.
Por esta misma razón, lo ideal sería que ambas disciplinas puedan aprender la una de la otra con la esperanza de mejorar y optimizar la condición humana. Además, ambas disciplinas son eminentemente complementarias y, por lo tanto, precisan de sendas aportaciones externas para lograr integrarse de forma intrínseca.
Si bien, y a lo largo de los siglos, la mayoria de la filosofia ha sido realizada y escrita a orillas de la muerte, resulta importante lograr unir la filosofía y la psiquiatría en semejanza a un matrimonio inteligentemente concertado. De hecho, es precisamente así como suele suceder en el mundo académico. Sin embargo, y en la mayoría de los casos, no encajan completa y/o perfectamente en todos los órdenes. Y no lo hacen porque principalmente la filosofía y la psiquiatría siguen siendo dos disciplinas muy bien definidas y categóricamente distintas.
A pesar de ello, ambas disciplinas suelen llevarse bien cuando se considera la posibilidad de aplicar a los problemas psiquiátricos lo que se conoce como “ontiatría,” también conocida como “ontología” o de forma mas elegante “filosofía clínica.”
La filosofía clínica u ontiatría se preocupa más por sanar la esencia ontológica general del ser existente en sí que por sanar exclusivamente la psique a través de la psicología y/o la psiquiatría. De hecho, el término “ontología” se refiere al estudio del ser esencial existente en toda la extensión del concepto que lo define. La ontología es aquella parte de la filosofía que tiene por objeto el ser, o más exactamente, el ser en cuanto ser. Aquellos que sean conscientes de que la filosofía es históricamente la disciplina madre de la psicología o la psiquiatría no se sorprenderán por este hecho tan fundamental.
La preocupación de la filosofía concierne el funcionamiento de la mente humana cuando está se encuentra en su mejor momento cognitivo y/o emocional. Por lo tanto, se especializa en desarrollar lo mejor de la mente humana con especial énfasis en la genuina racionalidad, más que en la irracionalidad.
Por otro lado, la preocupación de la psiquiatría concierne el funcionamiento de la mente humana cuando esta no se encuentra en su mejor momento cognitivo y/o emocional. Por lo tanto, se especializa en lo peor de la mente humana con especial énfasis en la irracionalidad más que en la genuina racionalidad.
La Razón
El término “racional” se refiere a que algo o alguien pertenece o es relativo a la lógica y/o la razón. En esencia, estamos hablando de un término que se ajusta a la razón, que tiene lógica y coherencia, o que es producto de un razonamiento bien estructurado y lógico.
Los individuos u organizaciones se denominan racionales si tienden a actuar de forma óptima respecto a sus desarrollos y objetivos. El sentido en que las personas o las organizaciones son consideradas racionales depende del contexto social en el cual ha de aplicarse una determinada dificultad o problema.
Las personas racionales son capaces de ver con claridad las ventajas y desventajas de sus decisiones antes de tomarlas según las leyes de la lógica. Además, pueden anticiparse a los riesgos reales y posibles de una decisión desfavorable.
El Suicidio
No obstante, la verdad velada o no velada, la desesperación, la perdida de esperanza, y el impulso incontrolado desafían la razón. Y lo hacen porque el suicidio, también conocido como autolisis, consiste en el acto de quitarse deliberadamente la propia vida … con o sin razón.
Por otro lado, el intento de suicidio, también conocido como comportamiento suicida no mortal, consiste en la autoagresión llevada a cabo con o sin la intención de morir que, sin embargo, no resulta en la muerte del individuo.
Por lo general el suicidio es consecuencia de un sufrimiento psíquico de elevada gravedad derivado o atribuible a múltiples circunstancias vitales. El indicador de mayor valor predictivo de cara al riesgo individual de autolisis es el antecedente de un intento de suicidio no consumado.
La mayor frecuencia de suicidios consumados suele ocurrir en ciertos trastornos psiquiátricos tales como la depresión mayor, la esquizofrenia, la bipolaridad, el alcoholismo, el trastorno límite de personalidad, y el abuso de sustancias (drogas). En más del 90% de los suicidios existe la presencia de un trastorno mental o emocional.
El Suicidio Racional
La posibilidad de que exista un mínimo de racionalidad en la ideación suicida y/o en los actos de autolisis consumados ha sido tema de fuertes y acalorados debates. A favor de la existencia de tal racionalidad se encuentran los filósofos moralistas que consideran a los seres humanos como agentes libres cuyos juicios y elecciones pueden incluir cuando y como uno debe morir.
Por otro lado, y en contraposición a tal racionalidad, se encuentran aquellos que citan las numerosas publicaciones científicas que, con sólidas referencias, afirman que la gran mayoría de las personas cuyo contenido del pensamiento alberga ideaciones suicidas o bien ejecutan tales ideaciones, padecen un trastorno mental de elevada gravedad.
Si bien todas las realidades son parciales, todas las personas tienden a aceptar la realidad que se les presenta. Este último punto puede ser aplicable a la gran mayoría de las personas. No obstante, existe una pequeña minoría en los cuales jamás fue posible demostrar el más mínimo vestigio de trastorno mental y/o grave desviación de la realidad.
Las ciencias médicas clásicas occidentales basan su funcionamiento en la realidad que arroja la evidencia y los hechos comprobables. Esa es precisamente la medicina basada en la evidencia que estudiamos y ejercemos los médicos altamente especializados.
Pues bien, en la mayoría de los casos, tal medicina considera el suicidio como una respuesta irracional que se produce ante una crisis de estrés de proporciones intolerables. Consecuencia directa de este punto de vista concierne los efectos causados por un grave lapso lógico, así como la creación de gravemente equivocadas inferencias, conclusiones, decisiones, y acciones.
Por todo ello se puede conceptualizar el suicidio como un acto de auto agresividad, o bien una solución equivocada y definitiva ante la presencia de un problema de orden insoportable … pero de carácter eminentemente transitorio donde el dolor de continuar viviendo supera ampliamente el dolor de morir.
Por ello, se considera la ideación suicida y su consumación, primero a modo de un grave síntoma de enfermedad mental grave, y segundo que únicamente aquella persona con serios problemas mentales es capaz de realizarlo.
De esta manera los médicos rechazamos de pleno y, especialmente desde la perspectiva de la racionalidad, la posibilidad de que en ciertas ocasiones una persona totalmente sana y en pleno contacto con la realidad, pero quizás amenazado por un insoportable dolor físico y emocional, posiblemente referente a una enfermedad terminal, albergue deseos de acabar con el sufrimiento y simplemente dejar de existir. No obstante, y desde la perspectiva de la moralidad, el enfoque puede cambiar radicalmente
En tal caso, y aplicando un razonamiento racional, el suicidio representa una forma o manera de retomar el control de una vida en la cual se ha perdido tal control de forma total y, aparentemente, irrevocable.
A partir del mes de octubre del año 2015, la eutanasia humana solo es legal en Holanda, Bélgica, Irlanda, Colombia, y Luxemburgo. Por otro lado, y desde enero del año 2016, el suicidio asistido es legal en ciertos estados de los EE.UU. como Oregón, Vermont, Nuevo México, Montana, y California. También lo es en países como Alemania, Alemania, Albania, y Japón. En contraposición a lo anterior, la eutanasia humana ha sido criminalizada en dos países: México y Tailandia.
De hecho, y en el estado de Oregón (EE.UU.) los pacientes pueden obtener inyecciones letales de sus médicos para acabar con el dolor, el sufrimiento, y la incapacidad funcional que caracterizan las enfermedades terminales crónicas. Si bien el número de individuos que anualmente solicitan tales inyecciones es relativamente elevado, solo treinta lo han consumado en su totalidad.
Una serie de investigaciones y estudios científicos realizados sobre este grupo de personas han dilucidado que lo que decidieron acabar con sus vidas por motivos independientes y racionales, y que ningún familiar y/o amigo ha influido en el proceso.
Los métodos de suicidio varían según el país y se relacionan parcialmente con su disponibilidad. Los más comunes son el ahorcamiento, el envenenamiento por plaguicidas, o muy especialmente vía manipulación de armas de fuego. Por lo general más mujeres lo intentan y más hombres lo logran.
De hecho, esta fue lo que causó la muerte de 842.000 personas en el año 2013, un considerable aumento en comparación con las 712.000 muertes por esta misma razón en el año 1990. Por lo anterior, el suicidio es la décima causa de muerte a nivel mundial.
En el año 1995, Werth y Cobia realizaron un estudio con cuatrocientos psicólogos para intentar determinar y definir con mayor exactitud en que consiste y que es en realidad un suicidio racional. En apretado resumen, los resultados y las conclusiones que obtuvieron fueron los siguientes:
1.- La condición medica del individuo debe ser de tal gravedad que la posibilidad de curación sea prácticamente nula.
2.- No debe existir coerción alguna. La coerción es la acción mediante la cual se impone un castigo o pena (legal o ilegal) con el objetivo de condicionar el comportamiento de los individuos.
3.- La toma de la decisión debe ser sólida y real, según las siguientes características aplicables a la persona que toma la decisión: 1.- competencia mental; 2.- rechazo de otras opciones después de tomarlas en consideración; 3.- la existencia de valores personales consistentes con tal decisión; 4.- consideración del impacto del suicidio racional sobre los demás (familiares y amigos); y 5.- realizar consultas con otros profesionales tales como psiquiatras, personal de cuidados paliativos, y asesores espirituales.
Últimas Palabras
La breve historia escrita en letra cursiva que encabeza este artículo es real y verídica. Los hechos le sucedieron a un gran y muy querido amigo del autor en las proximidades del año 2000. En estos momentos, en el año 2024, esa gran y tan culta persona se encuentra perfectamente adaptada y bien, y trabajando felizmente como un excelente profesional en lo que más sabe y ama. Mi admiración por su enorme autoestima, honor, valor personal, y espíritu de superación siempre será infinita.
Por supuesto, uno tiende a valorar la vida humana, tanto la propia como la ajena. Pero todo lo anterior debe ser realizado solo si las condiciones francamente lo requieren, y solo en aquellos países donde es legalmente permitido. Todo ello con el máximo de seriedad, madurez, respeto, cariño, y consideración de cara al individuo que vive el proceso.
Debemos partir de la base y considerando que la ciencia, en su máxima expresión, no constituye una autentica sabiduría, sino solo datos y cierto conocimiento. Es más, la sabiduría (lo que uno hace con los datos) tiende a superar al conocimiento ampliamente y en todas sus vertientes. De hecho, y en la actualidad, dos de las preguntas mas basicas y fundamentales que se plantea la ciencia son: 1.- que es la consciencia?; y 2.- que hay despues de la muerte?
La sabiduría consiste en ese mismo conocimiento, pero a la vez templado con sólidos criterios, legitima racionalidad, y buen juicio. En base a ello, y como todas las realidades son individuales y parciales, cada uno puede afirmar: “No pretendan comprender la naturaleza de mi viaje si no han visto, sentido, ni recorrido mi camino.”
Como punto final, quizás las palabras más inteligentes, racionales, y acertadas con respecto al suicidio y la muerte fueron las que en su momento pronuncio la conocida filósofa y escritora estadounidense Ayn Rand (1905-1982): “no seré yo quien muere sino el mundo que acabara …”
Según Leonard Peikoff (1933-) filósofo objetivista y amigo cercano de Ayn, la visión de la muerte que tenía Ayn Rand coincidía con unas palabras que había leído del poeta vaquero estadounidense Charles Badger Clark (1883-1957). La poesía era: “The Westerner” o sea “El Occidental” y la línea que ella citó era precisamente: “El mundo terminará el día que yo muera.” ¿Ahora bien, exactamente qué significado tiene este enunciado?
Rand lo interpreto como que cuando ella no esté más, no habrá nada de importancia en el mundo para ella. Y no la hay porque no existirá un “Yo” para el cual el mundo sea importante. El mundo que le importa a Rand, o sea el mundo que tiene alguna presencia, algún valor o algún significado para ella, solo aparece cuando ella también aparece, y también desaparece cuando ella desaparece. En esencia, la muerte anula las acciones y los valores, de hecho, lo anula todo.
Y es precisamente en ese tan racional y objetivo sentido con el cual Ayn Rand dijo: “el mundo acaba cuando yo muera … o sea cuando mi vida, mi cuerpo, mi consciencia, y mi Yo, cesen de existir … y, por lo tanto, quienes continúen viviendo pueden hacer lo que quieran con todo lo que fue mío y todo lo demás que existe en el mundo …”
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