Lo que Aprendi de Antonio Escohotado

Guillermo Laich
23/12/2021 21:22

 

 

Prof. Dr. Antonio Escohotado (1941-2021)

 

Durante algunos años, después de haber impartido clases de patología medica y patología quirúrgica a mis alumnos en la Universidad Alfonso X El Sabio (UAX), me encontraba al volante de mi VW New Beetle color rojo en dirección a mi hogar en Hoyo de Manzanares. Este pequeño pueblo de casi ocho mil habitantes se encuentra a mil metros de altura y al pie de la Sierra de Madrid. Un lugar idóneo para cualquiera que desee vivir una vida sosegada y tranquila, de lectura y estudio, y también de contemplación y meditación.

Siempre volvía de la UAX en Villanueva de la Cañada conduciendo mi VW por la vía de servicio de la carretera A-6 en dirección La Coruña. Al llegar a Torrelodones giraba a la derecha en la carretera M-618, cruzando la Rotonda Replica del Canto del Dedo Gordo, y continuando por la Avenida Conde de las Colmenas en dirección a Hoyo de Manzanares. Desde ahí a Hoyo hay aproximadamente seis kilómetros de carretera tortuosa que, por las incontables veces que la he recorrido, conozco casi de memoria.  

Pues bien, justo al cruzar la rotonda y en la acera de la derecha, hay una parada del autobus 611 que sube hasta Hoyo de Manzanares y La Berzosa. Es ahí donde algunos jóvenes hacen autostop para que algún conductor los alcance hasta las cercanías de Hoyo. Como es mi costumbre, siempre paro y llevo alguno. 

No obstante, y en varias muy afortunadas ocasiones, sucedía algo muy curioso y enriquecedor. Digo esto porque en aquellas ocasiones no era un joven quien hacia autostop sino un señor no muy alto, distinguido y delgado, sencillamente vestido, de pelo blanco, con bigotes y gafas, entrado en años, y con la mirada tranquila … muy tranquila. Estaba de pie justo donde comienza la calle Daniel Jimenez, mirando hacia el trafico, con el brazo derecho extendido, y con el puño cerrado y el pulgar en alto.

La primera vez, y sin pensarlo dos veces, me detuve lentamente a su lado, baje la ventana, y respetuosamente le pregunte: “quiere que lo lleve hasta Hoyo?” Me respondió: “por supuesto y muchas gracias,” con una voz muy suave y culta. A continuación, se subió al coche, se sentó cómodamente, y se coloco el cinturón de seguridad. Supe de inmediato que ese distinguido señor era el gran profesor, filosofo, y escritor Antonio Escohotado. 

Tuve el gusto y el honor de subirlo a Hoyo en reiteradas ocasiones y, en cada una de ellas, nuestro tema de conversación continuaba como si de los capítulos de un interesante libro se tratase. Cada vez que llegabamos a Hoyo leventaba la mano y señalaba una casa, y a continuacion me decia: "ahi, en esa casa, vivo yo."

Luego nos despediamos con un sincero choque de manos y Antonio se bajaba en la esquina de la calle peatonal conocida como el Paseo Mayor. A continuacion yo giraba a la izquierda en la Avenida de la Paloma y me dirigia hacia la Urbanizacion El Picazo ... siempre muy pensativo sobre lo hablado con Antonio.

Nuestras conversaciones siempre comenzában a medida que avanzábamos por la Av. Conde de las Almenas y concluian al llegar a Hoyo. En el primer viaje me preguntó a que me dedicaba y le dije que era medico especialista y profesor universitario, y recíprocamente el también me aclaro su profesión. A partir de ese momento, nuestra conexión intelectual y humana fue natural e inmediata, nos entendimos uno al otro de forma total e instantánea, como si nos hubiésemos conocido desde toda la vida. Una mente inteligente inmediatamente reconoce a otra.

Al saber que me dedicaba a la cirugía plástica y la psiquiatría, y que había vivido gran parte de mi vida en los EE.UU. y Alemania, me dirigió algunas frases en Ingles y Alemán, idiomas que hablaba correctamente. A veces realizabamos el trayecto hablando de forma exclusiva y lentamente en Ingles o Aleman. En un momento determinado me comento que le interesaba la psiquiatría y que deseaba hacerme alguna que otra pregunta al respecto. Mi respuesta fue afirmativa, comentándole que había leído sus libros con gran interés y que yo también tenia “varios miles” de preguntas para hacerle. 

Pero nos sucedió algo muy extraño, ambos nos sentíamos muy a gusto y en vez de hacernos una pregunta tras la otra, simplemente comenzamos a conversar sobre lo que espontáneamente nos venia a la mente, y sabiendo muy bien que el otro lo comprendería en su totalidad. No eran temas capaces de ser abarcados por cualquier mente … eran temas filosóficamente abstractos, eminentemente existenciales, y sumamente serios y profundos. 

En ocasiones, los temas saltaban de una mente a la otra como si de un partido de ping-pong se tratara. Todo hasta que de repente ambos nos detuvimos en un único tema … y por ahí continuamos hasta el final.

Ambos estábamos interesados en como el ser humano debe pensar, sentir, y actuar para aprender a rescatarse a si mismo, a liberarse ahora mismo, en este instante, de las consecuencias, a menudo trágicas, de la espera de una fuente exterior que quizá nunca llegue. 

Hablamos de aflicciones como la ansiedad, pena, remordimiento, soledad, amargura, depresión, venganza, ira, rabia, desesperación, aburrimiento, vacío, y alguna que otra mas. Sabíamos que todos somos humanos pero muy pocos estamos totalmente libres de uno u otro de ellas. 

Al hablar del yo en tales casos, coincidimos en que es precisamente el yo quien recibe las primeras señales de angustia, y quien es el primero en llegar a la escena donde se produce la aflicción. Pero, al mismo tiempo, el yo también puede ser el peor agresor imaginable, la víctima más indefensa y, al mismo tiempo nuestro su mejor y más devoto aliado y salvador. 

En consecuencia, el yo debe adecuarse a sus propias esperanzas y necesidades, ser capaz de capitalizar su propia auto presencia mental y física, su autoestima y su auto implicación, y poseer la conciencia primaria de todas y cada una de las señales del malestar emocional.

A continuación, ambos nuevamente coincidimos en que el mayor error de todos consiste en no hacer absolutamente nada y simplemente esperar a que nos rescaten desde el exterior. Un rescate efectuado por nuestros amigos o padres, por nuestro marido o esposa, por nuestro abogado o clérigo, por un contable o un asesor financiero, por un gurú o chamán, o por un psicólogo o psiquiatra. En realidad, y cuando se trata de uno mismo, todos sobran

Y sobran precisamente porque ninguno de ellos está con nosotros aquí y ahora, o sea en este preciso sitio y momento. Cuando más los necesitas, y nos referíamos al aquí y ahora, todos ellos están en otro lugar y realizando otra cosa. Francamente hablando, no podíamos estar mas de acuerdo el uno con el otro.

Subiendo por la Calle de Damián Blasco, y al acercarnos a la siguiente rotonda, donde hay un desvió hacia la derecha que va hacia el Parque de Las Colinas, una de las veces vi que estaba bajo de gasolina y paramos unos minutos en la estación de servicio Cepsa de Hoyo de Manzanares que se encuentra a la derecha de la carretera. Mientras llenaba el deposito nuestra conversación continuo y continuo, y cada vez se tornaba mas interesante y profunda. 

Llegamos a la conclusión que la ironía de todo este asunto que estábamos tratando era que, en tales condiciones, realmente no existe nadie que pueda ayudarnos de todas formas y pase lo que pase. Lo que el ser humano realmente necesita es a el mismo y si busca un par de manos que lo ayuden debe comenzar por mirar las suyas mismas. 

Coincidimos en que uno es el mejor y mas intimo amigo de uno mismo, y que con diferencia somos nuestros mejores colegas y aliados, nuestro mayor simpatizante, nuestro más sincero admirador y adulador, nuestro confidente más fiable y, quizás con el mismo nivel de crueldad y frecuencia, nuestro mayor crítico, policía, juez, carcelero, y ejecutor. Estaba claro que, figurativamente hablando, la conducta del ser humano casi siempre tiene dos vertientes diametralmente opuestas.

Pues bien, abone el costo de la gasolina y continuamos con nuestro viaje a Hoyo que, muy a pesar de ambos, ya quedaba muy cerca. No obstante, nuestra conversación continua …

Sin duda alguna, el interior de uno mismo siempre e inexorablemente es el lugar y el momento donde mas duele aquello que nos sucede, donde existe un oscuro vacío, donde todo es solitario y caótico, y donde solo encontramos preocupaciones y sorpresas inoportunas. En tales casos, la víctima esta desesperadamente necesitada de sí misma, y no de los demás. Antonio me decía que de la piel para dentro el se consideraba como un país totalmente soberano e independiente, y que así vivía su vida. 

Mi respuesta fue un afirmativo: “yo también … y además con la mayor independencia intelectual y emocional.” Respuesta que le agrado muchísimo y a continuación esbozo una leve y bonita sonrisa que ambos compartimos.

Por ello, todo aquel que necesita ser rescatado debe adoptar por sí mismo, y en nombre de sí mismo, una actitud fuertemente ubicada y anclada en lo que sucede en el aquí y ahora. En tal caso la pregunta clave que nos planteamos fue solo una: “si yo conmigo, aquí y ahora, quien en contra?”

¿Y por qué no? ¿Qué tienen los demás en comparación con nuestra propia e intima proximidad, nuestro amor propio, nuestro interés, nuestra implicación, y nuestro conocimiento y sentimientos sobre nosotros mismos? Somos, con diferencia, los mejores y mayores eruditos y expertos sobre nosotros mismos. Para cada uno, somos el número uno, aunque en múltiples ocasiones lo neguemos educadamente. 

No obstante, coincidimos nuevamente en que cada uno de nosotros debe aprender a definir, diagnosticar, soportar, y resolver sus propios y principales obstáculos y consecuencias … y nadie más. Independencia existencial, si me permiten el termino …

En varios viajes a Hoyo, ambos continuamos tratando sobre la importancia y el poder del aquí y ahora en nuestras vidas. El razonamiento básico que subyace esta forma de pensar, sentir, y comportarse es que el aquí y ahora es realmente donde estamos todos y donde esta todo, en este mismo segundo o milisegundo en el tiempo. De hecho, el aquí y ahora es todo lo que hay y todo lo que tenemos en la vida … miremos por donde miremos. 

No obstante, vivir durante un prolongado periodo de tiempo en la brutal realidad que nos presenta el aquí y ahora suele ser muy difícil de lograr. Y lo es porque la mayoría de nosotros simplemente no lo soportamos, y tendemos a huir hacia la seguridad y cobijo que nos proporciona los confines del tiempo futuro o el tiempo pasado.

Sin embargo, el único lugar donde uno es totalmente libre es en el aquí y ahora. En el Zen, el aquí y ahora es el hábitat natural del ser que ha logrado la mas absoluta libertad. Al situarse fuera del aquí y ahora se nos niega el acceso a los únicos recursos que vendrán a nuestro rescate en tiempos difíciles y/o críticos de nuestras vidas. 

Antonio me comentaba que el aquí y ahora siempre es brutalmente puntual. Se aproxima hacia nosotros con una regularidad y precisión altamente predecible. Siempre llega puntualmente como un autobús o un tren bien gestionado. Además, me comentaba que el aquí y ahora también es algo muy neutro. Y lo es porque jamás se resiste a la inserción de cualquier contenido, por muy trivial, por muy importante, por muy racional, o por muy irracional que este sea. 

Hacia hincapié en que el aquí y ahora suele ser de carácter muy efímero. Aparece y desaparece con la misma rapidez. Por muy esperado que sea, no permanece más que un instante y se desvanece para siempre en el pasado. Debo confesar que hubo momentos en que me daba la impresión de estar dialogando conmigo mismo … pero no era así … estaba dialogando con una mente culta y preclara, además de buena persona. Si bien aprendimos uno del otro considero sinceramente que fui yo, con gran diferencia, quien mas aprendió de Antonio.

Llegamos a la conclusión de que el aquí y ahora era inexorable. Avanza constantemente en el tiempo, sin cesar ni demorarse, sin oponer resistencia. De hecho, es indestructible y totalmente irreprimible. Vendrá del futuro, se quedará un instante en el aquí y ahora, y se dirigirá alegremente al pasado como mejor le plazca … una y otra vez. No hay absolutamente nada en nuestro poder que podamos hacer al respecto para modificar su marcha, nada. El aquí y ahora es siempre, todavía.

Para alguien que realmente desea vivir en la realidad de la vida el aquí y ahora es un lugar único y maravilloso donde instalarse. Sin esta singularidad, no habría ruptura con el pasado alguna, ningún futuro en el que crecer, y ningún presente en el que realizarse. Nuestra reivindicación de la libertad sería ilusoria, un acto onírico en el que nunca ocurre nada que sea francamente importante.

Antonio y yo teníamos mas de setenta años y habíamos visto, escuchado, estudiado, y vivido muchas cosas en este mundo. Pero ambos sabíamos muy bien que – a pesar de nuestra edad -  a menos que el aquí y ahora sea visto como un lugar y un momento nuevo y fresco, no ligado a ningún pasado e indeterminado hacia ningún futuro previsible, no hay base para creer en la posibilidad de actuar libremente en ningún aquí y ahora en particular. 

Es mas, sin la liberación que el sentido del aquí y ahora único y sin trabas confiere a nuestra conciencia, todos nuestros actos no serán más que los gestos rígidamente premeditados y predeterminados de una marioneta colgada de hilos que nosotros mismos seremos incapaces de controlar de forma total e independiente. 

Pero existe un momento muy peculiar ubicado en el aquí y ahora. Un momento en el que uno es capaz de ver un amplio campo de opciones posibles y alternativas disponibles que se abren como un abanico ante nuestro intelecto y sentidos. Un campo de posibilidades libre, abierto e independiente en el que uno es capaz de controlar sus propios hilos a la perfección. 

Este momento, puede ser el campo de acción humana más pequeño imaginable, además de un área del vivir que exige una decisión rápida y sencilla tipo sí o no. En ese preciso momento, en ese nuevo, único y libre aquí y ahora, uno es capaz de mantenerse en total libertad ante todas y cada una de las posibilidades que la vida nos presente.

El pensamiento, el sentimiento, o el comportamiento totalmente libre solo es posible que ocurra en el aquí y ahora, y en ningún otro sitio. Además, el aquí y ahora es el único terreno en el que uno puede llegar a ser lo que en realidad es. Esto se debe a que el aquí y ahora es un momento único que no se relaciona con ningún pasado o con ningún futuro. 

En tal caso, el aquí y ahora es todo nuestro para hacer con él lo que nos plazca, y también donde está todo aquello que conocemos y consideramos como nuestra vida. Ese es el único punto en el cual podemos tomar pleno control de nuestras respectivas vidas.

Pero el ser humano es un animal muy impaciente. Todos queremos alivio y curación en el aquí y ahora. Todos queremos liberación, comprensión, perdón, remedios, soluciones, paz mental ... todo ello en el aquí y ahora. Por ello, depende de cada uno de nosotros utilizar el poder contenido en el aquí y ahora en la máxima extensión de nuestras capacidades y en la medida que nos lo permita el tiempo.

Pues bien, así fue como en varios breves pero intensos y muy enriquecedores trayectos de Torrelodones a Hoyo de Manzanares, tuve el gusto y el honor de conocer y poder dialogar con Antonio Escohotado. Fueron una serie limitada de experiencias intelectuales inolvidables asi como de un contenido cultural y filosófico francamente extraordinario.

Sin duda me encontraba ante un caballero correcto y culto, dicho en el sentido mas extenso de la palabra. Una persona con una filosofia de vida muy singular que, ademas, habia logrado vivir el tipo y forma de vida que habia querido. No cabe duda que la obtencion del silencio interior es el unico modo de alcanzar las maravillas interiores que todos poseemos, los milagros interiores para los que todos estamos facultados. Si uno quiere saber la verdad, antes debe convertirse en la verdad.

En un determinado momento incluso quedamos para que me acompañase a mis clases de medicina en la UAX, pero de repente no lo vi mas. No obstante, siempre buscaba su figura haciendo autostop en la misma parada de autobuses, día tras día. Pero lamentablemente jamás lo volví a ver. 

Con el tiempo me entere que se había marchado de Hoyo y radicado en la isla de Ibiza. Posteriormente, y muy a mi pesar, me entere que había fallecido. Desde entonces mi tan amada biblioteca, que cuenta con mas de 4000 volúmenes, también recoge los excelentes y muy bien referenciados libros escritos por Antonio. Cada vez que los miro,  o bien leo algunas de sus paginas, lo recuerdo con el mayor cariño y admiración.

Todo eso aprendí de Antonio Escohotado …

 

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