Destejiendo el "síndrome de estar aburrido"
Algunos de nosotros tendemos a aburrirnos de vez en cuando. Pero una y otra vez, la motivación, el interés, la pasión, y el afán de superación siempre sale a nuestro rescate para superar tal estado de ánimo. No obstante, si el estado de desinterés y aburrimiento se prolonga indefinidamente en el tiempo, puede conducir a un estado de ánimo gris, estresante y abúlico, donde no existen las emociones ni las motivaciones. Tal estado se conoce como "El Síndrome de Boreout."
En la década de los años setenta, mientras estudiaba la carrera de medicina y posteriormente realizaba la especialidad MIR, recuerdo que solía estudiar una media de cuatro a cinco horas por día. Esfuerzo intelectual que todas las mañanas, entre las nueve y las catorce horas, complementaba con clases impartidas por ilustres profesores de la talla de J. Botella y Manuel Escudero en ginecología; J.J. López Ibor, Antonio Vallejo Nájera, y José Luis Ayuso en psiquiatría, Alfonso de la Fuente Chaos en cirugía, e Hipólito Duran en medicina interna), entre otros, en el Hospital Clínico de San Carlos en Madrid. También recuerdo que en el mes previo a los exámenes finales llegaba a las doce a quince horas por día.
En esos tiempos, mi dedicación, tan apasionada como disciplinada, al estudio de la medicina, era de tiempo completo, y por mas agotado y horas del día que le dedicase, jamás perdía el interés, y más importante aun, jamás me aburría. Incluso, cada día que pasaba, deseaba saber cada vez más.
Curiosamente, y especialmente en los primeros años de ciclo básico de la licenciatura de medicina, recuerdo que algunos compañeros eran realmente brillantes y disciplinados. Pero a pesar de poseer tan admirables dotes, tendían al aburrimiento, al agotamiento, y la desgana, una y otra vez. Siempre se estaban quejando de las elevadas cargas académicas, se cansaban de tener que ir a clase y tomar apuntes, faltaban a las sesiones clínicas, y no dedicaban ni el interés ni el esfuerzo mínimo que exigían las distintas asignaturas.
Con el tiempo algunos de ellos reconocieron haberse equivocado en la elección de su carrera, y acabaron por abandonar para dedicarse a otra área del conocimiento humano, seguramente tan noble, respetable, y honorable como la medicina. Recuerdo que mi pregunta era siempre la misma: ¿qué les había sucedido? Está claro que en el eje central de este tipo de intento fallido se encuentran dos elementos clave: una gran carencia de interés, y un gran aburrimiento. Especialmente un gran y aplastante aburrimiento.
Lo que conocemos con el término de “aburrimiento” no se produce por una cuestión de agotamiento o cansancio físico, si no más bien por una falta de sentido en lo que se hace. Corresponde a una ausencia de interés por algo, de una falta de motivación hacia la propia superación, y a la ausencia de una genuina pasión por llegar a ser lo que uno siente como su autentica vocación profesional. Algunas filosofías orientales nos alientan a “convertirnos en lo que ya somos.” Palabras tan profundas como sabias.
Sin la existencia de los elementos fundamentales mencionados anteriormente, es prácticamente imposible dedicar tantísimas horas, días y años de esfuerzo a un estudio prolongado, metódico, y sistemático, para desarrollar una vocación. Un buen cantante de ópera, por ejemplo, necesita dedicarle a la educación de su voz, diez años, como mínimo. Está claro que ser un prestigioso cantante de ópera o médico cirujano no se logra con el desinterés y el aburrimiento.
El aburrimiento o hastío, lo podemos definir como una especie de cansancio pesado y letárgico causado por una profunda sensación interna de no encontrar nada de interés o sentido en lo que se está haciendo. La persona aburrida considera lo que está haciendo como algo totalmente carente de sentido y dirección, y sencillamente no se identifica con lo que hace. En consecuencia, no se empeña en hacerlo bien, y acaba por hacerlo a medias o mal. El resultado es el desprestigio. Tal estado puede inducir a una desagradable relación existencial personal, totalmente desprovista de sentido y dirección, donde todo da igual, todo es igual, y donde no hay nada que despierte el interés.
El proceso que conduce al aburrimiento ha sido estudiado científicamente desde hace algunos años, especialmente aplicado a su vertiente laboral, qué es donde con mayor frecuencia se produce y donde más pérdidas da. De esta manera, el Síndrome de Boreout (Síndrome del Aburrimiento o Síndrome de Estar Aburrido), que define a un estado patológico de aburrimiento, fue descrito por primera vez en el año 2007, y constituye una autentica patología social que afecta gravemente a la eficacia y productividad empresarial, a la insatisfacción laboral, así como a la salud mental y a los factores económicos inherentes al mundo laboral.
El Síndrome de Boreout aun se encuentra bajo investigación, y se encuentra directamente asociado a una triada sintomatológica clásica que constituye el conjunto de síntomas que configuran el síndrome: 1.- la infra exigencia laboral y la infra valoración de la capacidad profesional; 2.- la desmotivación y el desinterés por el trabajo; y 3.- el aburrimiento que resulta de falta de sentido e ilusión.
Investigaciones recientes han detectado una importante relación entre el Síndrome de Burnout y el Síndrome de Boreout que, en función de su importancia, debemos puntualizar.
Tal relación se debe a que ambos síndromes tienen en común un par de síntomas fundamentales: 1.- la falta de interés; y 2.- la insatisfacción laboral. Ambos síndromes se entrelazan e interactúan entre sí de manera tan intima que posiblemente representen dos entidades clínicas que cohabitan dentro de los limites y restricciones de un mismo espectro funcional. Técnicamente podríamos decir que son dos distintos componentes que actúan, se relacionan, y interactúan dentro de un mismo sistema.
La infra exigencia laboral, corresponde a una sensación de poder rendir más de lo que a uno se le exige. En tales condiciones, y con el paso del tiempo, la persona se plantea serias preguntas de valor personal de carácter existencial para las cuales no haya una respuesta satisfactoria. En consecuencia experimenta una profunda sensación de frustración, minusvalía, y falta de identidad.
La desmotivación y el desinterés se evidencian por una clara ausencia de identificación con el trabajo que se está realizando. La persona sencillamente no se encuentra cómodo haciendo lo que hace, y en consecuencia pierde el tiempo conscientemente o bien se dedica a otras actividades que lo llenan más. La pregunta que estas personas se plantean a sí mismas es: ¿Qué hago yo aquí?
La falta de sentido, ilusión, y el consecuente aburrimiento, determinan la existencia de un estado de ánimo apático y deprimido, así como una sensación de desubicación, y desorientación de carácter general. La persona se siente impotente para identificar y/o determinar las coordenadas identificadoras que deberían regir su vida, y literalmente, se encuentra perdido y no sabe qué hacer con sí misma. En consecuencia se activa el sistema de estrés con toda su constelación de reacciones alostáticas desagradables. A partir de ahí la persona vive en un perpetuo y agotador estado de ansiedad, catabolismo metabólico, desgano, y confusión. Si el proceso continúa es posible que se acabe produciendo un cuadro de depresión mayor.
Los tres grupos de síntomas que acabamos de mencionar, constituyen un síndrome, o sea una colección o un grupo de síntomas, que se asocian e interactúan entre sí. Este proceso se suele presentar secuencialmente y a modo de cascada. De esta manera, la persona que comienza por sentirse bien formada y capaz, con el tiempo comienza a aburrirse porque en virtud de la infra exigencia todo en su mundo laboral le es demasiado fácil y “se le queda pequeño.”
Por lo tanto, las principales causas subyacentes al Síndrome de Boreout suelen ser muy variadas pero por lo general suelen estar basadas en tres puntos: 1.- una elección equivocada de la profesión; 2.- trabajar en el lugar equivocado; y 3.- la perpetuación del Síndrome de Boreout causada por la indefinida insatisfacción laboral.
Hasta la fecha, no existe una definición clara y aceptada con respecto al concepto de desgaste profesional. Pero si existe un consenso en que el desgaste causado por el exceso de infra exigencia, y la falta de interés, motivación, aburrimiento afectan negativamente a los trabajadores en semejanza a una prolongada e incapacitante respuesta al estrés crónico.
Por lo general, las personas que padece un Síndrome de Burnout (ver el artículo titulado: “ABC del Burnout,”) están estresadas, tienen un exceso de trabajo, y se sacrifican una y otra vez, hasta llegar al agotamiento físico y mental, por la empresa en que trabajan. Es obvio que tales personas están en negación con respecto a los efectos del elevado estrés que sostienen y sufren. En ocasiones, a tal punto llega el proceso de negación, que para algunos sujetos el término “estrés” directamente no existe.
Como hemos dicho anteriormente, el Burnout y el Boreout son dos síndromes que tienden a interactuar sistemáticamente el uno el otro, de tal manera que se pueden conceptualizar como dos partes o polos que integran un mismo espectro o sistema. Ambos configuran un sistema dinámico e interactivo en el cual un grupo de trabajadores, y ante una tarea determinada, tendrán tendencia a trabajar más de lo que realmente deberían, y de este modo descargaran de trabajo al otro sector. A este tipo de trabajador, en los países de habla Inglesa, se les denomina “Workaholics,” para definir su actitud obsesiva de cara a las tareas laborales.
De esta manera, mientras que el primer grupo comienza a padecer de Burnout por exceso de trabajo, el segundo hereda el problema de tener cada vez menos trabajo. Como consecuencia empiezan a aburrirse, están infra exigidos, pierden la ilusión, y caen en el desinterés. Este segundo grupo comienza a padecer de Boreout.
Una de las claves para comprender mejor estos dos procesos clínicos consiste en analizar las distintas formas de utilización del tiempo que aplica cada uno de los grupos. Para ellos debemos partir de una idea central: que ambos grupos no piensan igual respecto al factor tiempo. En realidad, es lo que ambos grupos realizan, a su manera, y dentro de su propio concepto de tiempo, lo que sirve de base para generar ambas entidades clínicas.
Mientras el primer grupo no encuentra la manera de dilatar el tiempo para cumplir eficientemente con las tareas encomendadas, y en consecuencia sufre de Burnout; el segundo grupo intenta concentrar el tiempo que les queda libre para pasar el rato, jugar juegos de ordenador, tratar con asuntos privados, o lo que sea. Todo con tal de distraerse o dar alguna sensación de valor al paso del tiempo, y hacer ver a los demás qué están trabajando. En consecuencia sufren de Boreout.
Si bien se han visto las manifestaciones de ambas entidades clínicas aisladas y por separado, en algunas ocasiones se ha podido presenciar la existencia de casos clínicos mixtos, donde coexisten ambas condiciones simultáneamente, y en una misma persona.
En tales casos nos encontramos con dos condiciones superpuestas: 1.- el interés obsesivo y desmesurado por hacer todo lo que se puede; y 2.- un profundo desinterés y aburrimiento por todo aquello que se esta realizando. Los estados mixtos tipo Burnout-Boreout son con diferencia mucho más complicados de sobrellevar y resolver que las formas simples. La mayoría de estos casos requieren largos meses de tratamiento psicofarmacológico, en combinación con psicoterapia y una actividad física sostenida y bien controlada.
La prevención del Síndrome de Boreout se basa esencialmente en enseñar a los trabajadores a detectar, definir, y controlar el estrés, y comienza por un competente y muy humano proceso de selección de personal según su capacidad para tolerar y adaptarse al estrés laboral global.
En líneas generales, las siete preguntas fundamentales que se deben responder en el momento de realizar una selección de personal son las siguientes: 1.- ¿siente usted una verdadera pasión y dedicación por su profesión?; 2.- ¿está usted suficientemente formado, informado, y capacitado para realizar su trabajo con continuidad?; 3.- ¿posee usted suficiente salud orgánica y mental para no faltar al trabajo por estrés, enfermedad, o discapacidad?; 4.- ¿se identifica usted con nosotros, y es este el lugar donde desea realizar su trabajo?; y 5.- ¿Qué espera usted de nosotros y que esperamos de usted?; 6.- ¿Cómo podemos hacer que usted prospere y se sienta bien y a gusto entre nosotros?; y finalmente 7.- ¿merece usted mi confianza, y merezco yo la suya?
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